San Lorenzo Oyamel, en Temoaya, se unió este martes para despedir a siete integrantes de la familia Esquila, quienes fallecieron en el accidente del pasado fin de semana en Lagos de Moreno, Jalisco, cuando acudían en excursión a la Basílica de San Juan de los Lagos.
Mujeres y hombres de todas las edades, desde temprano comenzaron con los preparativos para sepultarlos en el panteón de la comunidad otomí, que aseguraron hoy se queda sumida en la tristeza y el coraje.
Ana Peralta, una de las vecinas de Rosa, joven madre que pereció junto a su hija pequeña de un año y medio, aseguró que están afectados de una u otra manera y todos han tratado de brindar apoyo a los deudos.
«Hijole, es mucha tristeza, es una tristeza infinita porque somos vecinos muy allegados y créame que es un hecho muy lamentable porque ahorita el ver el sufrimiento de sus papás es algo indescriptible, a todos nos ha pegado como vecinos», mencionó.
A las 2:45 de la tarde, coronas y seis féretros comienzan el recorrido al camposanto mientras repican las campanas y se escucha el canto del mariachi y rezos de cientos de personas que componen el cortejo.
«Los cohetes que se escuchan no son para todos los difuntos, son nada más para despedir a la más pequeñita, son en su honor, porque es un angelito que se fue sin ningún pecado, bueno eso es lo que creemos aquí», explicó una vecina mientras participa del recorrido.
En medio de porras, aplausos y la música alegre del mariachi, los dolientes más cercanos ingresaron junto a los féretros de madera y uno blanco; para decirle adiós a la bebé, la gente soltó globos blancos y rosas que inundaron el cielo.
Jonathan Esquila, sobrino de una de las víctimas, contó que ellos supieron desde hace días que acudirían este fin de semana a Jalisco a dar gracias porque eran devotos de la virgen de San Juan de los Lagos y ahora su familia está rota.
«Sí sabíamos, de hecho uno de mis hermanos trabajaba con mis primos y pues igual sí sabíamos de todo, a dónde iban… estamos en medio de la tristeza y la impotencia».
Más de 12 cazuelas de arroz, frijoles, chiles en escabeche y agua de jamaica, se prepararon para darle de comer a la gente que acompañó, pues la costumbre de la comunidad es ofrecer algo de comer al concluir el sepelio.