*Reunidas Todas las Facultades Antes Distribuidas en la División de Poderes
*La Prerrogativa de Mussolini se Hace Valer Desde las Mañaneras
*Todo Indica que se Lleva a Cabo un Proceso de Depuración Política
*Desde el Púlpito se Dictan las Sentencias Constantemente
Por Alejandro Zapata Perogordo
La concepción de la cuarta transformación respecto del Estado moderno radica esencialmente en conservar el dominio de la verdad, con la idea de que la soberanía radica en éste y no en la representación popular, bajo la unidad de mando que se concentra en el titular del Poder Ejecutivo, al reunir tendencialmente todas las facultades que en el régimen de división de poderes y equilibrios se encontraban distribuidas.
Ya lo decía Mussolini en 1925, “Si pienso que mi verdad es la verdad, no puedo tolerar las vociferaciones clandestinas, el pequeño cambalache adverso, la cobarde calumnia, la difamación infame. Todo esto debe ser suprimido, revuelto, sepultado.”
Esa prerrogativa se utiliza y hace valer desde las mañaneras, donde se impone la justicia a partir de las sentencias que se dictan desde el púlpito de la máxima
autoridad, estableciendo juicios de valor entre lo bueno y lo malo, así califica que todos los neoliberales son detestables, corruptos, criminales y, además, él dice quienes pertenecen a ese grupo.
A partir de esa perspectiva, es dable interpretar que lleva a cabo un proceso de depuración política, haciendo un uso faccioso del control gubernamental y utilizando selectivamente a la Fiscalía, pues independientemente de que esas personas tengan o no responsabilidad, se les prejuzga por razones políticas, se les acosa, se les intimida, se les amenaza con ir a la cárcel y se les desprestigia. Son actos de agresión que vulneran los derechos humanos y aun antes de que tengan acceso a los tribunales ya han sido declarados culpables y condenados, sin la posibilidad del debido proceso.
Lo mismo ha ocurrido con gentes que pertenecen a determinado grupo político, que, a empresarios, periodistas, expresidentes, ministros de la Suprema Corte, académicos, investigadores y hasta a los integrantes del
organismo que funge como árbitro electoral, lo importante es impulsar un esquema de generación del miedo.
Esas conductas nos conducen irremediablemente a un pretendido panorama para acabar con la competencia, eliminar a la oposición y a todos aquellos que no comulguen con su forma de pensar, amén de obtener rentabilidad política y lograr una indefinida permanencia en el gobierno.
Sin embargo, el socavar la organización democrática no afecta únicamente al perseguido, sino a la sociedad en su conjunto, ya que, al actuar de forma persistente con acciones constantes y represivas, con toda la fuerza del Estado, lleva consigo terminar con la pluralidad política, componente indispensable de la sociedad democrática.
El solo hecho de intentar imponer conceptos a partir del ejercicio del poder, cercena la cultura y el desarrollo democrático, cancela el debate y somete a la sociedad a los controles de la fuerza del Estado, tendencias que provienen de regímenes dictatoriales donde se limitan las libertades, especialmente la del pensamiento y el derecho a disentir.
Las izquierdas progresistas defienden los derechos humanos, al igual que los principios humanistas que inspiraron las luchas históricas de México, aspecto
que es motivo para recordar y defender esos valores, que representan lo profundo de nuestra identidad nacional.