Por Jesús Michel Narváez
Pronunciar un discurso que presuntamente tenga como objetivo conmemorar la Independencia de México, es válido. Deja de serlo cuando se aprovecha la ocasión para, en nombre del pueblo mexicano -que no ha sido consultado para tal efecto-, se exalte una revolución que terminó en dictadura y aún prevalece, y se ponga de ejemplo para conocer qué es la dignidad.
Tratando de parafrasear al presidente de México, diría que mi opinión no conlleva la crítica o condena hacia el pueblo sino a sus autoridades. Palabras más, palabras menos, es lo que le ha dicho a España.
Cuba, en efecto, derrocó al tirano. A diferencia de la revolución mexicana, de la cual La Habana tomó sus raíces según el presidente Díaz Canel, aquí se expulsó al dictador y desde 1917 no ha habido otro. Salvo la malquerida reelección de Álvaro Obregón, que pagó con su vida, cada seis años se releva al titular del Poder Ejecutivo federal -al igual que a los gobernadores y cada 3 y en algunos casos 4, a los alcaldes de 2 mil 500 municipios- y se completa el cuadro con la renovación del Poder Legislativo y aunque con mayor tiempo de estancia, de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Es inadmisible utilizar un foro para provocar un enfrentamiento con todos aquellos países que mantienen el embargo decretado por Estados Unidos. Son decisiones libres y soberanas de países en donde la democracia es una realidad y no una demagogia.
En mayo de 1979, aquel viernes 18, en Cozumel y ante la negativa de Fernando Garza, entonces jefe de prensa de la Presidencia de la República en el mandato de José López Portillo, me le atravesé al comandante Fidel Castro Ruz y le dije: Cómo que no nos dará una conferencia de prensa… Su respuesta fue inmediata: Claro que sí. Se lo comenté a Garza y malhumorado giró las órdenes para preparar el salón en donde habría de efectuarse.
Estábamos un centenar de periodistas. En la fila en donde estaba ubicado se encontraban Marlise Simons del Washington Post, Alan Riding del New York Times y mi esposa, Nidia Marín, enviada por El Universal.
Garza me concedió la palabra en el lugar 17. Ya le habían preguntado si exportaba revoluciones, si dependía de la Unión Soviética, si tenía nexos con Vietnam y Ho Chi Min o si lo ligaba una amistad con Mao Tse Tung. También si António Agostinho Neto, en Angola y promotor de la revolución que terminó con el colonialismo portugués, era su amigo. (Hay que recordar que el Che Guevara encabezó a los militares cubanos que ayudaron e Neto).
Cuando Garza anunció mi nombre como representante de El Sol de México, el comandante me saludó con afabilidad, misma que desapareció al escuchar mi pregunta:
¿Comandante, solamente quiero saber cuándo volverá la democracia a Cuba?
El comandante se molestó. Nos enfrascamos en un diálogo pregunta-respuesta de 13 episodios. Terminó diciéndome que era un provocador de la CIA.
Un año después, en abril de 1980, unos 10 mil cubanos tomaron la embajada de Perú ubicada en La Habana. Don Mario Vázquez Raña me ordenó trasladarme. Fui el único periodista mexicano al que no se le concedió la visa. Años después me enteré de que la orden provenía del mismísimo comandante Castro.
Aquella experiencia y la lectura que sobre el gobierno cubano realice, me llevó a la conclusión de que el libertador se había convertido en el nuevo dictador. No dudo que, en el triunfo de la revolución, el pueblo lo apoyara abierta y totalmente. Dudo que lo siguiera haciendo una década después.
Cuba, quiera o no aceptarlo el presidente López, es una nación antidemocrática en la que la represión, la persecución de opositores es política de Estado y las libertades son inexistentes. Por tanto, no tiene derecho de hablar a nombre del pueblo mexicano, sea bueno o malo, para elogiar al régimen cubano y menos comprometer a México con exigencias que pueden llevar al país a una dura respuesta del vecino del norte. Es lo peor que nos puede pasar.
Señor Presidente: Medite lo que habla… y que Paco Ignacio Taibo II le escriba bien las frases que usted lee.
E-mail: jesusmichel11@hotmail.com, Twitter: @misionpolitica, Facebook: Jesus Michel y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por el 760 de Amplitud Modulada