*Hoy el Padre no es el Único Proveedor del Hogar en México
*Necesario Enseñar el Nuevo Concepto que se Desarrolla
*Urgente Difundir la Dinámica que se Desarrolla en los Hogares
*No hay una Sola Forma de ser Hombre, son muy Variadas
* La Lucha en Favor de la Equidad Apenas Empieza en el País
Por Ezequiel Gaytán
Anteriormente se consideraba que el padre era el único proveedor del hogar, que no asumía responsabilidades domésticas y que él imponía la autoridad en la casa, mientras que el cuidado de los hijos era tarea exclusiva de la mujer y que no debía trabajar. Eso ha cambiado. En parte debido a que la píldora anticonceptiva y las medidas que hacen de la concepción algo voluntario y libre de las parejas y en otra parte a la incorporación de las mujeres a la educación superior y que ya no están obligadas a desarrollar sólo trabajos manuales y caseros. Consecuentemente, las mujeres se pueden incorporar a la educación superior y al mercado laboral. Por si fuera poco, la legislación prohíbe salarios desiguales entre géneros y hoy, debido a la idea de lo que llamamos las nuevas masculinidades, el padre desarrolla una relación más cercana con sus hijos, los gastos del hogar son compartidos, así como la crianza y la educación, no existen diferencias en las responsabilidades del hogar y la disciplina de la educación es compartida.
Enseñar y difundir las nuevas masculinidades es parte activa de la dinámica diaria del hogar mediante el desempeño igualitario de los roles de género. Sobre todo, porque el conjunto de atributos, valores y conductas de los varones y las mujeres son aprendidos y propios de cada sociedad y época. Por lo mismo, si es posible que modifiquemos las visiones lineales y predeterminadas histórico-culturales. Lo masculino como elemento de diferenciación con lo femenino no está en la superioridad del primero sobre la segunda, pues esa es una construcción social convencional que puede y debe ser modificada.
Las nuevas masculinidades son producto por una parte de la lucha feminista y, por la otra de la crítica y autocrítica acerca del papel hegemónico de la superioridad masculina y los señalamientos absurdos de que la falocracia es histórica. Lo cual significa un replanteamiento de la masculinidad y sus modelos.
Es cierto que a muchas personas les molestan las ideas de la equidad de género, tanto en hombres como en mujeres. Pero cada vez ese número disminuye y, por lo mismo, paradójicamente, la violencia hacia ellas se acrecienta. De ahí que es importante insistir en la educación de las nuevas masculinidades cuya premisa fundamental es la de deconstruir la idea de la masculinidad hegemónica e impulsar los valores vinculados con la equidad como forma armoniosa y de calidad de vida. Es importante destacar que el machismo también perjudica y victimiza a los varones, pues esa visión es un estereotipo que sostiene que no hay que demostrar debilidades ni temores.
Por supuesto que no hay una sola forma de ser hombre, son variadas y no se trata de asumir posiciones antagónicas en contra de las mujeres o varones. Se trata de impulsar desde el hogar y la escuela de manera responsable las libertades de igualdad, equidad y oportunidades para el conjunto social en su totalidad.
Nuestros cuerpos son diferentes, pero no las inteligencias, las capacidades, ni las cualidades y defectos intelectuales. Pero mucha gente piensa erróneamente que la fuerza física del varón es sinónimo de superioridad. La lucha en favor de la equidad apenas empieza y será difícil, pues hay incluso en el mercado, eso que se denomina el “impuesto rosa”, léase una forma de violencia contra las mujeres que la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) define cuando el precio de un producto dirigido a niñas y mujeres es más caro comparado con los de los niños y varones. A guisa de ejemplo demuestra que los rastrillos y shampoos son del 52 al 264% más costosos.
Además de dicha Procuraduría, la Comisión Nacional de Derechos Humanos también ha trabajado el tema de las nuevas masculinidades, pero con mínima difusión. Lo mismo podemos decir de diputadas y senadoras de todos los partidos políticos y del Instituto Nacional de las Mujeres, el cual por cierto ha impulsado el tema de paternidades activas, responsables y comprometidas al amparo de su campaña “Masculinidades posibles”. Por lo que podemos concluir que se trata de esfuerzos desarticulados, aislados y carentes de fuerza y respaldo presidencial. Lo cual sería, efectivamente, una transformación. Pero por lo visto no es un tema significativo de la agenda gubernamental. Lástima porque las nuevas masculinidades sin duda es un tema trascendental, estratégico y prioritario de la agenda social.