Por Alfredo Mejía Montoya
Cuando hablamos de las remesas que los migrantes mexicanos envían a México desde otro país, es intrínsecamente reconocer el problema de la carencia de infraestructura social y laboral que prevalece y que en su momento orilló al flujo migratorio de los nacionales a otro país en busca de empleo, a recuperar su espíritu de lucha y tener la oportunidad de mejores condiciones de vida, en salud, seguridad, alimentación, educación y en instituciones que le proporcionen bienestar, ante el incumplimiento de las promesas de empleo de los gobiernos en turno. El actual no es la excepción.
El ahora titular del ejecutivo Andrés Manuel López Obrador dentro de los argumentos que vertía en sus campañas políticas, era lacerante sobre las remesas. Decía que no podía ser orgullo para el gobierno de México, el dinero que viene de los connacionales en el extranjero, porque en los gobiernos priistas y panistas, no les dieron los empleos que requerían y se fueron en busca de oportunidades a Estados Unidos y Canadá, dividiendo y separando a las familias. Situación que prevalece en la presente administración.
En ese tenor, el principal corredor migratorio en 2020 fue el de México a EE. UU. con 3.9% de la población de la migración mundial. En 2020 había ya 11.5 millones de migrantes mexicanos residentes en el vecino país. La fuerza de trabajo de la población migrante mexicana es indispensable en sectores esenciales de Estados Unidos: en 2020 representó 19.8% de los trabajos en el sector agrícola y 11.7% de la manufactura de alimentos. Precisamente porque en México López Obrador desapareció el empleo, con el criminal subejercicio del presupuesto en infraestructura social; solo le dedico gran parte de ese presupuesto a sus obras insignia, Aeropuerto Santa Lucía, Tren Maya y Refinería. Cierto, hubo empleo, pero no el suficiente, uno, porque se concentró solo en tres puntos del país; dos, en las zonas de marginación, de pobreza y de pobreza extrema, estas características se acentuaron y los pobres fueron más pobres aún, pese a que algunos recibían apoyos de programas prioritarios, ellos requerían empleo no apoyos monetarios que resultaban insuficientes para una familia.
Recordamos también que López Obrador declaró en 2019 que habría 2 millones de empleos, los cuales a la fecha no se ha generado. La crisis por el Covid-19 impactó en el mercado laboral de Estados Unidos, como en todo el mundo. La tasa de desempleo de la población migrante mexicana pasó de 6.6% en marzo a 17.1% en abril de 2020. Actualmente, entre mayo y junio de 2021, se ubicó en 4.7%, esto generado por el Programa de Apoyo del presidente Biden al inyectar a la economía 400,000 mdd, apoyo que ha repercutido favorablemente en el empleo dentro de la población migrante mexicana, lo que ha permitido que ellos sigan enviando remesas a México.
Un dato, del cual ningún gobierno se puede enorgullecer, es precisamente el de que México es el tercer país que más remesas recibe en el mundo, sólo superado por India y China. Las remesas a México crecieron 11.4% en 2020, y se pronostica que crezcan en 21.7% para 2021, a 49,400 mdd. Datos duros al 21 de julio de 2021.
Ver cómo ha crecido el monto de las remesas cada año, hace que, sí sean otros datos, y a manera de ilustración en millones de dólares con variación porcentual anual, tenemos que en: 2015/24,785 mdd 4.8%; 2016/26,993mdd,8.9%; 2017/30,291 12.2%; 2018/33.677 11.2%; 2019/36,439 8.2%; 2020/40,607 11.4%; 2021/49,400 (pronóstico 21.7%). Al rebasar el umbral de los 40,000 millones de dólares en 2020, las remesas representaron el 3.8% del PIB nacional.
Dicho monto equivale a más de 875,000 (ochocientos setenta y cinco mil millones de pesos), cifra que supera el presupuesto federal aprobado para las Secretarías de Educación Pública, Salud, Trabajo y Previsión Social, Bienestar y Cultura en su conjunto. Si que son un buen negocio los migrantes en el extranjero para el país.
El Banco de México (BM) detalló que, en el 2020, Jalisco desplazó a Michoacán como principal receptor de remesas al recibir 4,153 millones de dólares. De hecho, Michoacán se mantuvo durante 15 años como la entidad que más remesas captaba en el país.
No cabe duda que estos datos son magníficos, pero también son más que reveladores y ello debe preocupar al más optimista, precisamente porque en México no paramos de no crecer, llevamos dos años seguidos con números negativos en el PIB y ello es preocupante para la creación de empleos y proporcionar bienestar a la población. Grave la situación claro, si no se ejerce el presupuesto con responsabilidad creando infraestructura y generando inversión interna y externa, pero el gobierno federal no da luces de que eso vaya a suceder, sigue empecinado en sus obras insignia y en seguir regalando dinero público, sin crear polos de desarrollo o zonas económicas especiales que sean un detonador de la economía. El presupuesto de ingresos y egresos es un tanto alentador, sin embargo, las condiciones no son las mejores para que ello suceda.
Echemos un vistazo al ingreso de divisas que llegan al país, debido a algunas de las actividades económicas y tomando 2020 como parámetro y considerando también el rubro de las remesas y su importancia, en millones de dólares, y en orden cuantitativo:
Industria Automotriz 77,880; Remesas 40,607; Inversión Extranjera Directa 25,868; Agroalimentarias 12,510; Petroleras -13,995. (fuentes de INEGI, BM, SE y SHCP)
De lo anterior se observa que la captación de divisas por el concepto de remesas es una de las más trascendentes, siempre en ascenso. En el 2020, las remesas con nuevo récord histórico, por séptimo año consecutivo, se ubicaron en un total de 40,607 mdd. Derivado también claro, no lo podemos soslayar, del apoyo fiscal del gobierno de USA para afrontar la Pandemia. Con lo que los connacionales migrantes, enviaron parte de este apoyo a sus lazos filiales.
Las remesas se colocaron de nuevo en la segunda fuente generadora de divisas. Muy por delante de la industria petrolera que era la principal generadora de divisas, y que en el 2020 terminó con gasto de 13,995 de mdd, esto es negativo. En lugar de que entraran más divisas, se gastó por trabajar o producir, no solo no salieron los gastos, sino que se gastó de más. ¿En ese escenario, conviene inyectar millones de dólares a una industria que no genera divisas?
Las remesas a nivel macro, en general sirven para recaudar más impuestos por el efecto que tienen en el consumo. Si estas se gastaran en bienes y servicios afectos al impuesto al valor agregado (IVA-16%) el gobierno federal recaudaría por lo menos 120,689’655,173. Con eso se comprarían todas las medicinas que requiere la población y quizá se pudieran construir unos 5 o 10 Hospitales tipo policlínicas como los de Dinamarca o Canadá, sobraría con seguridad y se crearían miles de empleos. ¡Pero si se piensa como gobierno no conviene, porque entonces quien va a enviar las remesas del extranjero si tienen empleo aquí!… paradójico no.
Sin embargo, a nivel micro las remesas generan un efecto multiplicador como una fuente adicional de ingresos, dedicando mayores recursos a rubros importantes para el desarrollo humano como la alimentación, vivienda, salud, inversión en pequeños negocios, etc.
Los economistas liberales, lamentan el hecho que la mayor parte de las remesas se gasten en consumo y que muy poco se invierte en sectores productivos, lo cual sería más beneficioso. Por ello existe actualmente una tendencia a hablar y a estudiar el llamado “uso productivo de las remesas”. Entendiéndolo como uso que va aparejado con el ahorro y la inversión, o aquellas remesas fácilmente moldeables en las políticas económicas nacionales ya sean de tipo general o particular. Sin embargo, son fondos privados, y los gobiernos difícilmente pueden influenciar el gasto de dicho dinero. Así mismo, se habla de las “remesas colectivas” que buscan patrocinar algún proyecto en su comunidad de origen (construcción de infraestructura, mejoramiento de equipo educativo, fiestas patronales etc.) y suelen tener un mayor impacto en el desarrollo de las comunidades. En ninguna, el gobierno hace algo al respecto.
freedomm