Por Jesús Michel Narváez
En Puerto Peñasco, Sonora, salió la nueva letanía: #Lo cierto es que ustedes lo perciben, no es necesario estarlo diciendo, sobran las palabras y creo que se está gobernando con hechos”.
Palabra divina. No admite cuestionamiento.
Sin embargo, es altamente contradictoria.
Cómo entender, entonces, dos horas diarias de “informe de las actividades” del Gobierno federal “porque el pueblo tiene derecho a estar informado”.
Palabras divinas.
Dicen que hechos son amores, lo demás es fantasía.
¿Cuáles son los hechos y cuáles las palabras?
1.- No hay fármacos para niños con cáncer. Es un hecho. Pronto los recibirán… cambiamos todo porque las farmacéuticas chantajeaban al gobierno.
2.- La criminalidad no cede, crecen los feminicidios y la ausencia de la Guardia Nacional para enfrentar a los malandros, es un hecho. Abrazos no balazos.
3.- Aumenta la pobreza en 9.8 millones de personas. Es un hecho. Son las clases medias que perdieron sus privilegios.
4.- El país está cada día más polarizado. Es un hecho. Gobierno para todos.
5.- La inflación galopa. Es un hecho. En mi gobierno los salarios aumentaron 46 por ciento.
6.- Bajó la inversión privada nacional e internacional. Es un hecho. Como nunca hemos recibido inversión extrajera directa.
7.- El campo está abandonado y no hay producción de maíz. Es un hecho. Importaremos maíz para que haya competencia y no suba el precio de la tortilla.
8.- La pandemia cobró la vida de 245 mil vidas y contagió a 2.6 millones de personas. Es un hecho. Atendimos correctamente la crisis sanitaria.
9.- Los recibos por consumo de energía eléctrica registran alzas hasta del 86 por ciento. Protegeremos a la CFE porque los de antes querían desaparecerla.
10.- Sube la gasolina 40 por ciento en 12 meses. Es un hecho. En mi gobierno no ha habido gasolinazos.
Es un decálogo de hechos. Sin duda se quedan en el tintero centenares de hechos que se ocultan con palabras… divinas.
Cuando se está por cumplir la mitad de un sexenio, se presenta el tiempo de la reflexión y se evalúa lo alcanzado y al mismo tiempo se corrigen los yerros que se cometen en toda administración. No hay registro de que jamás se haya equivocado un presidente, del país que fuere. Todos son humanos y en más de una ocasión les gana el impulso personal sin anteponer sus responsabilidades hacia y con sus gobernados.
Hoy vivimos el engaño cotidiano.
Se habla en abstracto y se presume de tener la mejor información de México. Der sus avances, de sus frenos, de las acciones de los adversarios y las del pueblo bueno; de los enemigos que publican mentiras porque responden a intereses ajenos al país y, por supuesto, de una clase media soberbia y aspiracionista.
No se comprueba ningún señalamiento. Todo se sustenta en las palabras divinas.
“…se está gobernando con hechos”.
La pregunta obligada ¿Cuáles serán los que salvarán al país, a sus habitantes, de los errores cometidos?
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