Tres obras NFT (Non Fungible Token) se vendieron por primera vez en el país, como parte de una subasta híbrida en la que se desplazaron tanto obras físicas como digitales.
Impulsada por la consultora de arte Dunya Villaseñor, en compañía del artista y fotógrafo Juan Jose Díaz Infante y la directora de PopUp subastas, Monica Barragán, la subasta supuso un hecho inédito en este país, que de esta manera se estaría sumando a la nueva corriente de los NFT.
El restaurante Puerto Prendes, ubicado en la colonia Roma en la Ciudad de México, fue el sitio en el que se llevó a cabo la subasta, que inició con una charla en la que los anfitriones detallaron lo complejo pero irreversible del momento en las formas de distribución y venta del arte, así como la necesidad de comenzar a generar nuevos estándares en la cotización de las obras.
“El público vive en un mundo real y en otro virtual… vivir la experiencia de una obra que es tanto física como virtual, un híbrido que se mantiene en dos mundos…” se apunta en el texto introductorio del catálago de dicha subasta, en la que se desplazaron las siguientes piezas::
La primera obra NFT que se vendió fue Burbuja en Central Park Unlockable: Acrílico encapsulado de 100×80 cm /Archivo NFT en Apricot y unlockcable, por 25 mil pesos.
También se vendió una pieza titulada “Sin más por hoy” Mi Reloj de Mickey Unlockable: Acrilico encapsulado de 100×80 cm/ Archivo NFT en Apricot, por la misma cantidad de pesos mexicanos.
Y finalmente, “Caja mágica” Unlockable: Acrílico encapsulado de 100x80cm/ Archivo NFT en Apricot, por 12 mil pesos.
De esta manera, se abre un nuevo momento para el arte en México, como aseguró la propia Dunya Villaseñor.
Los Non Fungible Token son un activo electrónico único. Hace unos años inició una tendencia de monedas basadas en esta tecnología, a partir del uso de los Block Chain, con las criptomonedas, bitcoin y etereum, y que son la posibilidad de guardar esa información única de manera simultánea en miles de computadoras.
A esas computadoras que “guardan” información duplicada para que no se la roben o dupliquen se les llama mineros. Cada minero cobra por guardar la información y mientras más mineros lo hagan, más mayor valor tienen estos activos.
De esa posibilidad de tener dinero “virtual”, sin supervisión de gobiernos y totalmente descentralizado nacen los artistas que usan esa tecnología.