“Es enorme”. Así calificó el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, el número de personas que en el 2020 huyeron de guerras, persecución y violación de derechos humanos, unas 82.4 millones en el mundo, en un inédito entorno de emergencia mundial por la pandemia y de un aumento de las campañas xenófobas.
Desde hace casi una década “cada año el número de refugiados y desplazados en el mundo crece. En el 2020 llegó a 82.4 millones de personas. Es la población de Alemania por ejemplo. Es enorme”, dijo Grandi durante una entrevista en la capital de Panamá.
El informe Tendencias Globales 2020 de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) reveló que el número de personas desplazadas forzadas en el mundo aumentó un 4 por ciento respecto a las 79.5 millones registradas en el 2019.
Esta alza se dio pese a que el 2020 fue un año histórico: “todo el mundo se paró a causa de la pandemia” del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que causa el COVID-19, “excepto los conflictos, las guerras, las persecuciones, las discriminaciones, que son la causa de este exilio, de las personas desplazadas forzadas y de refugiados”, destacó el alto funcionario de la ONU.
Actualmente, el 1 por ciento de la humanidad está desplazada y hay el doble de personas desplazadas forzosas que en 2011, cuando el total era algo inferior a los 40 millones, indicó el informe anual de Acnur.
A las personas que huyen a causa de la guerra, la persecución, la discriminación por razones de religión, origen cultural o geográfico, por orientación sexual “las consideramos refugiadas, personas que necesitan de lo que nosotros en ACNUR llamamos la protección internacional”, ya que sus Estados no se las da, dijo Grandi.
Y el número de esta población aumenta porque hay “muchas situaciones de desplazamiento muy antiguas, como en Afganistán, más de 40 años; como Somalia, como Siria, más de 10 años, y estas situaciones no encuentran una solución. Entonces el desplazamiento relativo a estas situaciones permanece”.
“En la región de las Américas, del Norte, Caribe, del Sur, tenemos alrededor de 16 millones de refugiados y desplazados (…) tanto entre país como desplazados internos”, dijo Grandi a Efe.
Entre los grandes desplazamientos en el continente está el de “los venezolanos, casi 6 millones de personas que han dejado su país y que están en todo el continente y en Europa también”.
Está también “la crisis compleja del norte de Centroamérica, con un millón de personas refugiadas de Honduras, El Salvador y en menor parte de Guatemala. Están desplazadas entre los países, desplazadas internas en algunos de estos países, y refugiadas en otros como México y Estados Unidos”.
Y “tenemos otros problemas también: hay nicaragüenses en Costa Rica, principalmente, aquí en Panamá, y en otros países”, añadió Grandi.
A ello se suman nuevas crisis “como la Mozambique por ejemplo; en el norte de Etiopía hay un conflicto muy duro, o en el Sahel” en África, con lo que “el número total” de refugiados “crece constantemente”, explicó este filósofo y político italiano que ocupa el cargo de Alto Comisionado para los Refugiados desde 2016.
A propósito del Día Mundial del Refugiado, que se conmemora cada 20 de junio, Grandi recordó que se necesita “mucha más voluntad política para abordar los conflictos y la persecución que fuerzan a las personas a huir” de sus países.
El informe anual 2020 de ACNUR precisó que “más de los dos tercios de todos los refugiados y desplazados en el extranjero provienen de solo cinco países: Siria (6.7 millones), Venezuela (4 millones), Afganistán (2.6 millones), Sudán del Sur (2.2 millones) y Myanmar (1.1 millones).
“En todo el mundo y, menos pero también en América Latina, ha habido muchas campañas políticas de políticos oportunistas contra los refugiados, contra los migrantes. Es una campaña muy negativa que ha creado una situación de xenofobia, de rechazo en muchos países”, afirmó Grandi.
Tradicionalmente, aseveró el Alto Comisionado, en América Latina ha habido “una apertura, una solidaridad hacia los refugiados, las personas que se huyen a causa de guerra o de persecución”.
Pero estas campañas han conseguido un caldo de cultivo en las consecuencias económicas del COVID-19, que ha traído desempleo y crisis muy fuertes en muchos países de América Latina y del mundo.
Si las comunidades de acogida se encuentran en una situación de crisis económica “es más difícil para ellas acoger de manera solidaria a esas personas (…) Yo creo que la solidaridad un poco disminuye”, agregó.
“Es importante repetir que para esas personas la protección, la acogida a través de las fronteras salva sus vidas. Después, es importante también (…) de movilizar recursos internacionales” que apoyen a los refugiados y a las comunidades de acogida”.
Los países de la región (latinoamericana) son muy solidarios pero tienen muchas necesidades de recursos internacionales para complementar lo que se hace en cada país”, agregó Grandi.