Por Nidia Marín
Fue un día especial no cabe duda. No resultó como en otras elecciones, donde apenas unas pequeñas filas de votantes se observaban en la Ciudad de México. En esta ocasión fueron cientos de miles. Ya nos dirán las cifras finales las autoridades del Instituto Nacional Electoral, institución que, por cierto, se anotó un gran triunfo, el que esperamos se haya traducido en cerrar la puerta y la boca a las amenazas proferidas desde Palacio Nacional.
Hay que sentirnos orgullosos de la institución electoral y de los millones de mexicanos que salieron a la calle a sufragar, todos portando el aparato contra la pandemia, es decir cubrebocas, largas filas y paciencia, mucha paciencia.
Tal y como lo habíamos señalado hace dos semanas, la mayoría de los votantes en la Ciudad de México no avalaron más al insensible gobierno de Andrés Manuel López Obrador personificado en Claudia Sheinbaum y sus yerros durante el accidente de la línea 12. Fueron más las alcaldías que decidieron cambiar el rumbo que le habían otorgado en el 2018.
El pasado 25 de mayo señalamos en estos mismos micrófonos que llamaba a sospechosismo el hecho de que se iniciara la vacunación de los adultos de 50 a 59 años de las alcaldías menos favorables a Morena en cuanto a preferencias electorales, precisamente. Esas 7 alcaldías fueron: Miguel Hidalgo, Coyoacán, Tlalpan, Álvaro Obregón, Benito Juárez, Azcapotzalco y Venustiano Carranza, de las cuales por lo menos en 5 el voto en general no se le otorgó a los morenos.
A excepción de Venustiano Carranza, así como otras más, ahora tendrán alcaldes de otros partidos y coaliciones, pero no del color guinda.
También señalábamos entonces que después del mal sabor de boca que había dejado el accidente de la Línea 12, no sólo por los muertos y heridos (que pudieron haberse evitado si le hubiesen dado el mantenimiento obligado, sino por la falta de sensibilidad social exhibida por los morenistas no únicamente los de la ciudad de México, sino los de carácter nacional), la irritación de los habitantes de la capital del país permaneció de tal manera que ni con la vacunación utilizada como arma política le otorgaron el voto a Morena.
Pasadas ya las elecciones, con el voto masivo de los mexicanos expresado en todo el país, es posible que quien pretenda quedarse más del sexenio para el que fue votado lo piense dos veces, no sólo porque en las urnas una mayoría decidió, sino por la violencia que se presentó en algunos lugares, afortunadamente en muy pocos.
Aseguran quienes de esto saben mucho que, uno de los valores del voto no sólo es que iguala a los individuos de una comunidad, sino que alcanzarlo significó en varias y distintas sociedades del mundo (incluido México, desde luego), enormes esfuerzos ciudadanos, vidas perdidas, represiones brutales y, por supuesto, grandes resistencias y advertencias desde palacio, las cuales hoy esperamos cesen de una vez por todas.
Pareciera que la intención sigue siendo eternizarse en el poder, no obstante que el voto es un derecho conquistado y así como salieron a las calles para sufragar, los ciudadanos también pueden hacerlo para protestar, porque en México, por cierto, no caben las dictaduras, ni los regímenes autocráticos, sistemas en los cuales los ciudadanos no cuentan.
La Ciudad de México pues fue un ejemplo de civismo, como también lo fueron aquellos que ejercieron su derecho desde el extranjero. En total las solicitudes para votar desde allá fueron 33,698 de las cuales el 38 por ciento era para sufragar en la capital del país.
Por estos lares, pues, se hizo historia al sufragar el pasado domingo para definir los 16 alcaldes, 160 concejalías y 66 escaños del Congreso de la Ciudad de México, así como por vez primera una diputación migrante.
Y le duela a quien fuere el proceso electoral del pasado domingo fue una gran elección y además una enorme lección para muchos.