Por Jesús Michel Narváez
Aquel 9 de marzo de 2018, frente a los banqueros de México -los fifís-, el entonces candidato, pronunció una frase que causó alarma -y hoy se confirma- y que perfilaba lo que venía: “si las elecciones son limpias y no le favorecen se irá tranquilo a su rancho en Palenque; de lo contrario, refiere, a ver quién amarra al tigre”.
Válida usarla ahora cuando cuestiona la independencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, ratifica su desdén por los consejeros del INE y los no candidatos a los gobiernos de Guerrero y Michoacán, deciden que “serán gobernadores, aunque los órganos electorales no quieran”.
¿Quién amarrará el tigre con nombre y apellido que depositarán su voto el 6 de junio?
Una vez más se pone de manifiesto que si hay órganos independientes, están condenados a morir. Por una simple razón: no obedecen la voz del que supone ser el amo de las instituciones, de los ciudadanos, del poder, de la democracia y confirma que quiere ser como el Rey Sol y demostrar que “el estado soy yo”… agregaría, en opinión personal, u “háganle como quieran”.
Afirmar que el TEPJF y el INE son órganos que sirven al viejo régimen, me lleva a suponer que no sabe o no quiere saber que la Presidencia y el Congreso de la Unión forman parte del mismo.
¿Dónde está la transformación, cuando el presidente informa que “solo gastamos 600 millones de pesos en la Presidencia de la República durante 2020 y no rinde cuentas en qué y para que utilizó la “pequeña” cantidad?
¿Cómo justificar que los diputados y senadores violen la Constitución con conocimiento de causa solamente para darle la razón al jefe de jefes?
¿En que se sustenta la afirmación de que el Tribunal Electoral y el INE sirven a oscuros intereses sin revelar a qué o quiénes se refiere?
Entiendo su desesperación y comprendo su angustia después de los dos derechazos recibidos en el botón de la mandíbula y lanzados por 6 magistrados (das) del órgano cuyas decisiones son inatacables, pero no es la forma para descalificarlos.
El presidente no entiende que la ley es la ley. Y ha utilizado a lo largo de su campaña y durante su presidencia a Benito Juárez para señalar que “al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”.
Si es simplemente parte de una estrategia mentirosa, lo acepto. Si se trata de un “apotegma amlista”, lo rechazo. Porque cuando la ley le favorece, invoca a los juristas inteligentes; cuando le es negativo el resultado, emergen las amenazas y las descalificaciones. Posiciones que no corresponden a un demócrata como presume serlo el presidente López.
Aplicar la ley no tiene nada que ver con el régimen o el de hoy o el de mañana. Mientras exista y esté vigente, es de observancia general. Ello implica que “al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”.
La pregunta obligada es: la oración ni aplica para el compadre y el profesor amigo.
¡Vamos! El tiempo de mentir está por llegar a su fin y con él también el de un proyecto que solamente se fraguó en la mente de quien tiene la fijación de ser el mesías que llevará al país a la tierra prometida. Aunque nunca explicó que esa tierra no es el edén sino el infierno.
Y es ahí en dónde el tigre se puede soltar. Justo cuando observe que no hay presa para engullir ni manantial en donde beber. No hay que soltar al rayado… no en estos tiempos convulsionados por la violación constante de la Constitución.
E-mail: jesusmichel11@hotmail.com, Twitter: @misionpolitica, Facebook: Jesús Michel y en Misión, Periodismo sin Regaños, martes y jueves de 16 a 17 horas por ABC-Radio en el 760 de AM.
