*Las Decisiones Excepcionales de un Gobernante y sus Yerros
*El mal Menor Envuelto en intereses de Grupo, de Partido o de Clase
*Acciones Extralegales Esgrimidas en Nombre de la Legitimidad Social
*Cacerías de Brujas y Etiquetas de Revisionista, Reformista, Conservador
*Y Entonces las Purgas Políticas son Unas Amenazas Siempre Latentes
Por Ezequiel Gaytán
La expresión Razón de Estado es una de las más controvertidas y complejas de la vida política de una nación debido a que se ha utilizado, por un lado, al amparo de decisiones de gobierno envueltas en sangre y, por el otro, en favor de la población. Históricamente se le atribuye a Nicolás Maquiavelo el concepto, quien lo empleaba como “arte dello Stato” con el propósito de referirse a decisiones excepcionales de un gobernante bajo el supuesto de que la supervivencia del Estado estaba en riesgo. En otras palabras, son medidas que pueden estar dentro de la legalidad y en favor del interés público o, en caso contrario, en la ilegalidad que también conocemos como terrorismo de Estado.
La Razón de Estado es el análisis fundacional de su existencia y, a la vez, de su vigencia. En su acepción negativa, es un concepto vinculado con la represión de Estados autoritarios en nombre de legitimidad política y plantea el problema de la intensidad y la proporcionalidad.
Es decir, debate acerca del uso de la fuerza y su brutalidad como acto de contención, así como del universo de población que padecerá las consecuencias del autoritarismo extremo. En su acepción positiva es el arte de actuar dentro de la ley con decisiones punzantes, pero necesarias en favor del futuro.
Son muchas las discusiones éticas que giran en torno a las razones de Estado, pues van desde lo cuantitativo; por ejemplo, sacrificar a unos cuantos, por la salvación de las mayorías, hasta lo cualitativo que argumenta que los extremos no caben en la civilización moderna. Por eso uno de los rubros del análisis es acerca de la persona que decide y de su autoridad moral por inclinarse por “x” o por “y” opción, pues presuponer lo que es un mal menor ante un mal mayor es algo subjetivo, además de ideológico y envuelto en intereses de grupo, de partido o de clase.
En la actualidad es una categoría que se analiza con reservas debido a la dualidad del concepto. De ahí que lo usual es estudiarlas como dentro del Derecho y la Ciencia Política. Don Jesús Reyes Heroles así la concibe en su ensayo “En busa de la razón del Estado” que publicó Miguel Ángel Porrúa en sus Cuadernos de Teoría Política en 1982. Aún más, el gran político veracruzano nos advierte del peligro de que la razón sea desvirtuada hasta convertirla en dogma.
Las razones de Estado extralegales que esgrimen los gobiernos en nombre de la legitimidad social llegan a ser actos de terror y arrinconan a la población en el temor constante, en la cacería de brujas y en etiquetar de revisionista, reformista, conservador o cualquier otro calificativo a quienes señala de enemigos del régimen. Lo cual es muy grave porque cuando un gobierno esgrime unilateralmente sus razones, acaba por recurrir a las purgas políticas que van desde la amenaza abierta hasta la pena de muerte o accidente con o sin juicio.
El poder se debe ejercer con sentido político y visión de Estado. Lo cual significa, entre otras precisiones, vigencia del Estado de Derecho, respeto a los Derechos Humanos, autonomía plena de los poderes legislativo y judicial, establecimiento de canales de comunicación entre gobernados y gobernantes que sean transparentes y se facilite la rendición de cuentas de los servidores públicos, la apertura de espacios públicos de disertación y construcción de consensos, respeto a las instituciones, asumir las responsabilidades de los funcionarios en caso de que sus decisiones causen daño patrimonial del Estado y, por su puesto, heredar un mundo mejor a las siguientes generaciones.
Esas son razones de Estado y, por lo mismo, el fin no justifica los medios. Lo cual significa que medios y fines son producto de la argumentación del pacto social y diálogo respetuoso con fines constructivos. De ahí que otro rubro del tema es de establecer los límites de lo permisible en términos de las circunstancias y la discrecionalidad, pues el concepto de un límite es la formalización o convencionalismo social de una noción intuitiva y aproximativa de parámetros axiológicos formales e informales. En otras palabras, las razones de Estado tienen límites porque nos separan de la barbarie.
Cuando un gobierno empieza a trasgredir, en un principio de manera experimental, los límites de la razón de Estado lo hacen porque sabe que éstos tienen las cualidades de la flexibilidad y maleabilidad, pero no son porosos. Por eso no es recomendable que los gobernantes se acerquen a los límites y argumenten en nombre de la razón de Estado, pues de hacerlo, corren el riesgo de violar la ley e iniciar una cascada de pretextos políticos hasta que las consecuencias sean la ilegalidad y el cinismo hipócrita de los daños colaterales.
Considero que la razón de Estado es plenamente explicable y justificable si de leyes, convivencia y armonía social estamos hablando, pero si un gobierno agrede verbal o físicamente a quien califica de sus enemigos, la razón de Estado corre el riesgo de convertirse en terrorismo de Estado.