Encabeza nuncio Coppola misa por la paz en Apatzingán

Tal vez las palabras “paz”, “reconciliación” “justicia” y “miedo” no se hayan repetido tantas veces en una iglesia católica mexicana en los últimos años. Pero esa fue la plegaria dicha con insistencia en la Catedral de Apatzingán durante la noche de este jueves, donde se celebró una oración encabezada por el nuncio apostólico de México Franco Coppola y el obispo de la ciudad, Cristóbal Ascencio García.

El templo lució prácticamente lleno y tuvo más momentos para los silencios, los cánticos y las oraciones dedicadas a la Virgen del Acahuato, patrona de la Diócesis de Apatzingán, a quien no cesaban de repetirle: “Virgen Celeste, eres el amparo de la Tierra Caliente”.

En un papel discreto y testimonial, Coppola se dedicó a orar y escuchar a la gente de esta ciudad que forma parte de una región azotada por la violencia que protagonizan grupos antagónicos del crimen organizado.

La revelación que más caló fue la de un adolescente, quien tomó el micrófono para relatar que su familia fue víctima de ese dolor nauseabundo que causa la actividad criminal.

“Soy de una comunidad donde hay gente desaparecida y jóvenes secuestrados: la inseguridad azota a los pueblos abandonados, donde el alimento es escaso y las mujeres y hombres son obligados a hacer lo que no quieren. Un lugar donde tienes que pagar para poder vivir. Ya estamos cansados, queremos paz, queremos otro mundo”.

El sacerdote que encabezó la homilía pidió que el Creador “toque el corazón de quienes se olvidan que somos hermanos, quienes siembran destrucción y muerte”. Insistió en que no hay que perder la paz ni acobardarse, aunque también aceptó que esto es difícil cuando llega la desesperanza.

En su breve intervención, Franco Coppola pidió “tocar el corazón de quienes se olvidan que somos hermanos, a ellos dales el don de la reconciliación”.

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