El Museo del Prado restaura y exhibe biombo de la Conquista de México

Es una de las joyas del arte virreinal, un biombo datado en el siglo XVII que narra la Conquista de México, por un lado, y por el otro la emergencia del Nuevo Mundo. Es uno de los tres biombos más importantes que se conocen de aquella época y está desde hace al menos 150 años en España, en una colección privada y hasta ahora nunca antes expuesto al público.

El Museo del Prado, en un proyecto de largo aliento que pretende reivindicar la importancia del arte virreinal en la historia, lo expone ahora después de un largo y minucioso trabajo de restauración, en el que limpiaron los barnices oxidados, le sacaron lustre a los acabados de oro y hasta reconstruyeron los cierres de las 10 puertas de madera que configuran la pieza, cada una de ellas pintadas a doble cara.

El biombo como objeto artístico fue importación de la tradición asiática, sobre todo de Japón y China, que llegó a México entre los siglos XVI y XVII por medio de las expediciones procedentes de Filipinas. Había talleres especializados, la mayoría con artistas que mantenían el anonimato y que casi siempre hacían obras corales, en las que se relataban episodios históricos, batallas épicas o simples recreaciones de la naturaleza o la mitología. Estas piezas fungían como objetos de decoración de las viviendas de los grandes potentados, pero también como motivo de debate y discusión en las reuniones que se hacían en esas casas.

El biombo que ahora presenta el Museo del Prado después de una larga restauración de más de ocho meses, conocido como Biombo de la Conquista de México y la muy noble y leal Ciudad de México, es una de las grandes joyas del arte virreinal. Se encuentra entre los tres más importantes que se conocen, junto a los de los museos Franz Mayer y Soumaya.

Esta obra pertenece a una colección privada y llegó a España hace unos 150 años, y desde entonces había permanecido oculta o guardada, en ocasiones en condiciones desfavorables para su conservación. De hecho, su estado al llegar al taller de restauración del Museo del Prado era muy malo, con humedades, las telas muy deterioradas y repuntes por toda la pieza, fruto de intentos de restauraciones mal ejecutadas y que provocaron la alteración al original.

A pesar de su importancia histórica y artística en el arte virreinal, el biombo no ha visto la luz hasta ahora, gracias sobre todo a la comisión de arte virreinal creada por la Fundación de Amigos del Museo del Prado para visibilizar y dar la importancia histórica que se merece al arte que se creó al otro lado del Atlántico, entre otras cosas, para vencer el atavismo que todavía prevalece en España sobre el arte y los orígenes de sus grandes colecciones nacionales.

Este biombo de dos haces representa, por un lado, la conquista de Tenochtitlan, y por el otro, la Ciudad de México, y probablemente fue un regalo del ayuntamiento a un virrey al asumir el gobierno capitalino, cabeza del reino.

Como tal, evoca nociones centrales en la cultura y la memoria de las élites criollas de la capital de la Nueva España. El biombo demuestra la peculiaridad de la Ciudad de México como capital de la Nueva España y escenario de su historia, y visualiza la manera en que sus habitantes mostraban su relación con la monarquía hispánica, a la que debían fidelidad política y el origen de su fe, pero también el orgullo y la singularidad de una realidad americana y criolla que cristalizaría más de un siglo después en el proceso de independencia.

El haz de la Conquista presenta múltiples escenas, ocurridas en distintos lugares y momentos, incluso años, con la visión de los conquistadores y sus descendientes criollos, empezando con el recibimiento de Hernán Cortés por Moctezuma y concluyendo con la toma de Tlatelolco, último bastión indígena. En tanto, el haz de La muy noble y leal Ciudad de México, en contraste con la Conquista, muestra un mundo ordenado y en armonía. La urbe se observa desde las alturas y se identifican 66 edificios o sitios prominentes, principalmente ligados a la vida religiosa, así como el palacio virreinal, el cerro de Chapultepec, el paseo de la Alameda y las principales calzadas. En la imagen se ven escenas cotidianas, pero sobre todo se profundiza en la aparente serenidad y sosiego, en contraste con la convulsión de violencia y destrucción de su lado anverso, en el que la sangre, la espada y la flecha tiñen los lienzos de lino de dolor y devastación.

El biombo se podrá ver en el Museo del Prado hasta el próximo 26 de septiembre, para luego formar parte, también en el Museo del Prado, de una exposición temporal del arte virreinal que se llamará Tornaviaje. Después, el biombo regresará a la colección particular y no se tiene previsto que salga de España ni que viaje a México.

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