Tras un Bailecillo en Chalma, Contemplar a un Tlachiquero en el Raspado de Maguey

Reportaje

*En Ocuilan, Estado de México y a Rapel Tras las Cascadas de El Obraje

Por Susana Vega López

Allí se encuentran las Lagunas de Zempoala rodeadas de caminos sinuosos; más allá, el Ahuehuete, parada obligada de todo peregrino que visite Chalma, porque emana un manantial de agua cristalina donde se antoja darse un chapuzón; la Virgen de Guadalupe, la imagen más grande de México; la capilla de Chalmita; el cerro de El Tambor, único con su pared pétrea de 126 metros de altura y su cañada; las Cascadas del Obraje con sus hermosos velos de agua; un municipio que ofrece ruta del pulque, de la miel y que cuenta con denominación de origen para el mezcal: Ocuilan, Estado de México.

En Ocuilan, palabra náhuatl que significa lugar donde abundan los gusanos, se puede realizar turismo ecológico, rural y de aventura en plenitud: hacer senderismo; disfrutar del avistamiento de flora y fauna; realizar caminatas por senderos vírgenes; visitar un apiario y conocer a la abeja reina; acompañar a un tlachiquero a “raspar” el maguey; degustar un buen mezcal, acompañado de una rica barbacoa, porque en este destino es una especialidad, sobre todo los fines de semana;  o sencillamente atreverse a realizar un rapel, reto de muchos turistas que gustan y disfrutan de la adrenalina pura.

Ahora que estamos en el encierro obligado la gente ya no piensa en el turismo con aglomeraciones, más bien se fija metas y propósitos con nuevas experiencias, por lo que poco a poco se inclina por el turismo de aventura, declaró a Misión Política Hugo Vázquez Vergara, de Ocuilán Aventuras.

El experto consideró que la vida se trata de atreverse, de fijarse metas y cumplirlas; de hacer lo que ni siquiera te habías imaginado, que significa todo un reto que, de pronto, se presenta y refirió que durante la pandemia la gente ha tenido tiempo de reflexionar y ahora voltea más hacia lo natural, hacia lo ecológico, por lo que se espera un boom en el turismo de naturaleza y eso se deberá canalizar debidamente.

Indicó que todas las experiencias deberán ser guiadas para que tengan un buen término. No importa cuál sea tu condición física porque, ¿te imaginas a una persona sin una o ninguna mano o brazo practicando rapel? Ya es posible porque ya se trabaja en este sentido, en el llamado turismo inclusivo, “aunque para mí el turista con o sin discapacidad, se debe conducir de la mejor manera, aunque el trato sea diferente pues a falta de alguna extremidad, el guía deberá hacer gala de su conocimiento para acompañar en todo momento a la persona.”

Los clientes se sienten satisfechos porque sus expectativas fueron superadas, el miedo, el atreverse a subir alguna cañada, cruzar un río, mojarse, secarse, sentir los rayos del sol, bajar en rapel, probar los frutos que aparecen durante el trayecto son experiencias que nunca se olvidan, dijo Hugo.

Dependiendo la actividad se dan una serie de recomendaciones como el uso del calzado el cual no necesariamente debe ser especializado, “con unos buenos tenis es suficiente”, comentó, luego de señalar que en el Centro Ecoturístico Cascadas de El Obraje se puede correr, saltar, jugar futbol, hacer deporte y sentir el agua fresca de sus caídas de agua de hasta 55 metros de altura. Los guías se encargan de planear y llevar todo lo necesario para el disfrute del turista.

Para hacer el rapel, el equipo de Ocuilan se encarga de manipular pesadas cuerdas; de asegurar la línea de la vida que es de lo más indispensable para comenzar a descender, no sin antes haber dado una interesante explicación de cómo pararse, colocar el arnés, el casco, para qué sirve el mosquetón (candado o gancho) y el descensor, accesorios que permiten que la bajada sea lenta y no se caiga en picada.

Cabe señalar que los precios de cada una de las experiencias varían según las actividades que se van a realizar. Por ejemplo, el rapel en la cascada principal del Obraje está en 750 pesos; el rapel en El Tambor –que se lleva prácticamente todo el día- comienza a las 9 de la mañana y termina hasta las siete u ocho de la noche, ¡algo súper, donde se incluye la comida, tiene un costo de mil 250 pesos por persona!

Aunque se pueden hacer paquetes para aprovechar los descuentos donde se incluye senderismo, avistamiento de flora y fauna (con su gran variedad de especies donde los árboles se tupen de orquídeas), turismo rural, con la ruta de la miel, la del pulque, la de talleres de mermelada artesanal (con zarzas silvestres y tejocotes), talleres de ensaladas orgánicas o salsas “machas”, donde la gente puede hacer su propia mermelada o salsas y llevarse el conocimiento para cuando decida hacerlo en casa.

También se puede visitar un apiario que resulta ser toda una experiencia informativa acerca del cuidado y cómo viven las abejas; luego de colocarte un equipo especial para evitar picaduras, se va a la zona para abrir un cajón y observar estos importantes insectos, incluida la abeja reina, después se pasa al taller donde se explica lo que es la miel, la orgánica y la que no lo es, los derivados o productos de miel: paletas, dulces, cremas y suplementos.

En cuanto a la experiencia del maguey, se acompaña a un tlachiquero (se encarga del crecimiento de los magueyes) para que haga su labor de quebrar o capar el maguey. “El pulque no nace, se hace, es primero agua miel y luego, con el tiempo y la fermentación, se convierte en pulque y hasta llega a ser curado con diversas frutas: el de avena, de piña de fresa, de fruta de temporada son los más sabrosos”, dice Hugo.

En todos los casos (excepto en El Obraje) se da la opción de que la gente decida comer o no, en determinado lugar.

En su experiencia, Hugo -con más de 20 años como guía de turistas de aventura- considera que cada vez más se requiere de una mejor capacitación por lo que nunca se acaba de aprender.

“Sigo con cursos de capacitación. Apenas estuve en uno del por qué conocer la capacidad de carga de los lugares, o las nuevas reglas para excursiones como la sanitización de las personas, el uso de gel antibacterial, mantener la sana distancia, el uso de cubrebocas aunque en el caso de rapel y el senderismo, el uso es opcional porque es difícil caminar con él y más realizar el rapel en cascadas o a plomo al aire libre”.

Hugo Vázquez habló de la importancia de conservar las áreas verdes, el reto de contar con áreas limpias, libres de basura, “en donde nosotros debemos fomentar la conciencia de no tirar basura, por ejemplo”.

Y en este sentido, dijo, Ocuilan es paso obligado para llegar a Chalma con su milagroso Cristo Negro. Y aquí siempre surge el problema ya que el camino queda lleno de basura porque el peregrino la tira.

“Se arregla con puntos básicos: no usar desechables, llevar su propio plato, vaso, cuchara; o bien recurrir a productos de cartón que dañan mucho menos al medio ambiente; que los comerciantes usen las hojas de maíz como plato para las garnachas porque si la persona decide ir comiendo en el camino cuando tire el recipiente (la hoja) el impacto que se tiene es menor. ¡Se debe reducir el uso de desechables!, hacer campañas dirigidas a comerciantes, turistas y visitantes, hacer conciencia. ¡No la juntes, sencillamente no la tires!”.

Constantemente hacen scautting y explora nuevas zonas para ofrecer más rutas que puedan aprovecharse en ecoturismo, turismo rural, y de aventura a este lugar que de la Ciudad de México se hacen dos horas por la salida de Cuajimalpa y/o Tlalpan; de Toluca están a una hora y de Cuernavaca a 40 minutos. “Queremos reactivar la economía de Ocuilan a través del turismo de aventura”.

Finalmente dijo que Ocuilan es barbacoero, con tlacoyos de haba, de nopal, de frijoles, los tacos de tintas –unos hongos azules- la trucha que se cocinan en caldo verde, empapelada, al mojo de ajo, trucha en caldo de camarón (el camarón seco, molido que lleva el caldito). La gente está innovando para hacer más amplio y atractivo su menú, puntualizó.

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