El Poder Acotado

*El Criterio de la Clase Política Para Identificar, Catalogar y Calificar

*Ello, en lo que es Clasificado, Reservado y lo Confidencial

*¿Y Cuando no ponen en riesgo nuestra seguridad nacional?

*¿Ni Vulneran las Agendas Nacionales de Riesgos, ni de Amenazas?

*Son Decisiones de Camarillas Enquistadas que Reservan Información

Por Ezequiel Gaytán

Las democracias modernas se distinguen por acotar el poder y equilibrarlo. Hay quienes sostienen que el poder es único e indivisible. Por el otro lado, hay quienes argumentan que en los Estados si es posible materializar un poder fragmentado mediante, al menos, diez formas político-sociales de organización e institucionalización. Éstas son: el Estado de Derecho, la división de poderes, un tribunal de cuentas, un sistema de partidos, la implementación de políticas públicas, la defensa de los Derechos Humanos, observatorios ciudadanos, la democracia participativa, el pleno ejercicio de las libertades individuales y sociales y, la transparencia y rendición de cuentas.

Por supuesto que no son las únicas, pero nos sirven de parámetros democráticos y, sobre todo, como elementos de visibilidad acerca de las decisiones que toman nuestros gobernantes, las opciones que tuvieron para inclinarse por tal o cual elección, los presupuestos, lo que realmente costó, el tiempo de ejecución, los impactos sociales y la relación costo-beneficio.

El poder acotado también significa la posibilidad que tiene la ciudadanía de exigir que la difusión de las decisiones y acciones de la Administración pública sea general a fin de que sea del dominio público y, cuando así lo demanden las circunstancias políticas, económicas y sociales sea especializada, asequible y digerible. Lo cual se reviste de legitimidad, pues satisface inquietudes y acaba con los rumores.

Durante mucho tiempo los gobiernos pensaron que sus áreas de comunicación social eran las emisoras de la información y que la sociedad la receptora. Hoy sabemos que no es así. El nuevo paradigma es que la ciudadana es quien emite los mensajes exigiendo respuestas a sus demandas y necesidades y es el andamiaje institucional quien debe responder oportuna, contextual, consistente y verídicamente. A partir de ahí se genera la percepción que, en la medida de lo posible, debe ser lo más objetiva que se pueda. El control de la sociedad hacia el gobierno es el propósito esencial que nos permite acotar el poder.

Por supuesto que existen los llamados secretos de Estado. Es más, la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública (DOF4/V/2015) tipifica en su Título 6º la información clasificada, reservada y confidencial. Lo cual se entiende debido a que se trata de asuntos sensibles. Pero que en su momento tendremos derecho a saber.

El problema radica en el criterio que utiliza nuestra clase política para identificar, catalogar y calificar lo que es clasificado, lo reservado y lo confidencial en términos de la Ley referida, sobre todo porque se trata de una discusión inacabada y siempre debatible. De ahí que podemos entender, e incluso defender, que haya secretos de Estado; por ejemplo, los trabajos de inteligencia en contra del crimen organizado o las investigaciones en contra del ciber espionaje o el ciberterrorismo. El problema es cuando se trata de asuntos que no ponen en riesgo nuestra seguridad nacional, ni vulnera las agendas nacionales de riesgos, ni de amenazas y son simplemente decisiones de camarillas enquistadas que reservan información debido a que en la opacidad de la función pública engendran corrupción, extorsión y sobornos.

La lucha por acotar el poder tiene mucho que ver con el ámbito de la transparencia y la rendición de cuentas, pues evita el imperio de la desconfianza y combate la falta de procedimientos formales, ágiles y eficaces. El asunto es más complejo que la metáfora de barrer de arriba hacia abajo una escalera. Demanda capacidad, habilidades, conocimientos y destrezas de organización, capacidad técnica y destrezas que deben instrumentarse mediante una Reforma Administrativa. Empero necesitaremos una silla para no cansarnos de esperar. Queda claro que la actual administración no tiene mucho interés en añadir a su transformación lo correspondiente al andamiaje burocrático, ni siquiera a una reforma de ventanillas que sería un paso sencillo y oportuno.

No le interesa porque su propuesta de transformación no está orientada a fortalecer el poder popular y acotar el poder presidencialista. Más bien se trata de lo contrario. Es decir, tiende a la concentración del poder en la figura del titular del poder Ejecutivo Federal en la lógica de que ejerza un poder más extendido y prácticamente ilimitado. Lo cual es contrario al espíritu de nuestra Constitución y las leyes que de ella emanan. En lo personal estoy convencido de las bondades de un poder acotado en la figura presidencial. Los diez rubros arriba señalados no deben ser letra muerta, deben ser pendones sociales que enarbolemos y defendamos en las elecciones del próximo mes de junio.

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