Por Silvestre Villegas Revueltas
A partir del siglo XVII en lo que conocemos como el mundo occidental, uno de los debates y lucha más próxima por parte de lo que hoy llamaríamos pequeña burguesía ilustrada fue la construcción, funcionamiento y ulterior empoderamiento de un cuerpo de gobierno que discutiera, enmendara y legislara en torno a asuntos que afectaban al “pueblo”. Debe puntualizarse que el último no era y es la masa informe sino los grupos de individuos, los grupos profesionales, comerciales, estamentos armados y miembros del clero quienes en su conjunto tienen una serie de intereses que defender, intereses que reproducir e intereses que crear.
La otra lectura, complementaria, primigenia y que en la actualidad es la más visible, los cuerpos legislativos fueron pensados, algunos funcionan y otro tantos enfrentan todos los obstáculos para convertirse y ser un poder político moderador de los afanes siempre absolutos del Poder Ejecutivo materializados en las figuras del rey, del emperador, de los presidentes, primeros ministros, y en el sistema republicano federal los congresos estatales se supone deben ser un contrapeso a los afanes del gobernador.
Aparte de la división de poderes, la existencia en el mundo moderno y el contemporáneo de los cuerpos legislativos va de la mano de otro tema histórico que es la construcción de la representación popular, del ejercicio de la soberanía y de los procesos electorales que en el mejor de los casos pueden ser considerados como los elementos constitutivos de la democracia occidental. El francés rey Luis XIV expresó “el estado soy yo”, sus parciales aplaudieron, pero lo ministros con más juicio levantaron la ceja y los individuos fuera del gobierno y leídos en la teoría del ejercicio del poder expresaron a soto voce que en el rey estaba el sumun de facultades, pero desde los tiempos de los reyes carolingios los burgos, los oficios, la nobleza y la iglesia católica todos ellos tenían una serie de prerrogativas expresadas en códigos, leyes, reglamentos y fueros. Luis podía ser el Sol pero existían los planetas, que cada quien en su tamaño, ejercían una influencia decisiva para el funcionamiento del sistema solar.
Por lo que se refiere al México republicano, a partir de 1824 la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos claramente señaló que el gobierno estaba dividido en tres poderes, que como nos decían en la escuela se llamaban Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial; el primero era encabezado por el Presidente de la República, el segundo estaba constituido por dos cámaras: Diputados y Senadores y el tercero estaba compuesto por una Corte de Justicia encabezada por su presidente. Hasta aquí la recitación de la asignatura de Historia o Civismo. Sin embargo, lo que no se les decía a los pupilos es que desde los tiempos decimonónicos hasta los años de 1980 la lucha ha sido que los poderes Legislativo y Judicial moderaran, contrarrestaran y se opusieran a lo que quería el presidente en funciones: Santa Anna, Benito Juárez, Porfirio Díaz, Plutarco Elías Calles, Miguel Alemán, Luis Echeverría o Carlos Salinas por señalar a los más conspicuos.
En el siglo XIX y en ciertos episodios luminosos el Legislativo y la Corte sí se opusieron frontalmente al Ejecutivo, pero este varias veces ordenó cerrar el recinto parlamentario y/o dejó en el limbo a la Corte. Pero durante el porfiriato y el México de la revolución institucionalizada la Cámara de Diputados/Senadores y Corte se convirtieron en comparsa, vivieron genuinos episodios de pena ajena y todavía en el siglo XXI muchas veces han sido juguete obsecuente del Presidente. Hoy se rasgan las vestiduras los individuos de la comentocracia y llaman “la aplanadora de Morena”, sí, pero se les olvida la misma aplanadora existente en los últimos cuarenta años y respecto a medulares reformas constitucionales la aplanadora priísta aplaudió todas las reformas dirigidas hacia la privatización, la aplanadora del PAN que se mimetizó respecto “al odiado PRI” dejó pasar todos los cambios constitucionales que quisieron Fox, Calderón y Peña. ¡¡Pero eso es lo que hacen las mayorías parlamentarias!! Así fue utilizada por José María Aznar y Mariano Rajoy en España, la mayoría Tory obró en el sentido que le dictaba su líder, el primer ministro británico, e hicieron posible el llamado Brexit; el poder legislativo obsequioso en Venezuela ha hecho lo que Chávez y Maduro les señalaron y lo que ellos mismos defienden, y qué decir de la mayoría que en el Senado estadounidense desechó el segundo juicio político en contra de Donald Trump. Lo anterior quiere decir que en el mundo contemporáneo existe una corrupción del concepto y sobre todo accionar cotidiano del poder Legislativo, tanto bajo el sistema parlamentario como en el republicano; los representantes “populares” son de los intereses y agenda de los partidos políticos y cada vez menos de lo que le conviene y quiere la ciudadanía.
Algunas voces en la academia y en la política hablan en México de la reelección legislativa. Señalan que el trabajo en hacer y procesar leyes no es para neófitos, y tienen razón, pero la experiencia es que se podrían eternizar en la diputación o senaduría como ocurre con ciertos ejemplos en los Estados Unidos. Sabemos que ciertos individuos llevan décadas saltando de un poder a otro, diputaciones, senadurías, alcaldías, gubernaturas y pertenencia a cargos en el Ejecutivo Federal o en los gobiernos estatales. Peor y es el grado más evidente de la corrupción: como no quieren hacer campaña política, o saben que no podrán ganar en una contienda electoral, ciertos vividores consiguen que el partido político los ponga en los primeros lugares de las lista de diputaciones de representación proporcional. La claridosa Margaret Thatcher señaló allá en Westminster que tales representantes carecían de la soberanía delegada por el pueblo, eran empleados de partidos políticos y, el sistema de representación proporcional había abierto en Europa, que no en el Reino Unido, la posibilidad de que minorías políticas -como el extremismo de izquierda o derecha- llegara al Parlamento. Yo no sé qué es peor, que por la RP lleguen personas como Margarita Zavala -quien debería haber aceptado el reto de contender electorarmente- o que se acepten candidaturas a elección popular de individuos que antes eran cómicos, deportistas, influencers y un terrible etcétera.