El Síndrome del Gobierno

*Yuxtapone Problemas Políticos sin Análisis

*Patologías Sociales, Concepto Ideológico

*Un Diagnóstico Mortal: Incapaz de Enfocar

Por Ezequiel Gaytán

Una de las palabras griegas más complejas en la actualidad es la de síndrome, que significa simultáneo. No sé cómo ocurrió, pero se le asocia con las ciencias de la salud y rara vez se le vincula con otras disciplinas. Tal vez debido a que los médicos la utilizan más seguido a fin de referirse a un estado patológico vinculado con tres o más síntomas simultáneos o grupos de enfermedades similares o conexas, a fin de que posteriormente con base en los análisis clínicos se puedan diferenciar las patologías y reemplazar el concepto de síndrome por algo más preciso y, posteriormente, actuar en consecuencia.

En las ciencias sociales también utilizamos el concepto, pero con menos frecuencia que las ciencias médicas y con el mismo sentido, decimos que el síndrome del gobierno ocurre cuando yuxtapone problemas políticos, económicos, jurídicos, sociales y administrativos y no tiene orden de análisis, ni metodología que le permita clasificar los problemas y mucho menos idea de entenderlos y, por lo mismo, de solucionarlos.  Es claro que la inter y la multidisciplina nos obligan a no descuidar la visión de conjunto, empero, para fines de análisis y solución de los problemas de la cuestión social, tenemos que saber diferenciar y distinguir las raíces, lo medular y los matices de las dificultades, sobre todo en el arte del gobierno. Tan es así que por eso éste se constituye en tres órdenes y tres poderes. Por su parte la Administración pública se organiza en dependencias y entidades, por sectores, funciones y especialidades, tales como, política exterior, fuerzas armadas, hacienda, educación, salud o agricultura.

El síndrome del gobierno es objeto de estudio porque se refiere, en términos mundanos, al mal gobierno y las deficientes decisiones que toma debido a su falta de análisis y, sobre todo, porque no desea aceptar la crítica y no sabe ser autocritico.

Muchas corrientes de pensamiento sociológico no aceptan que se hable de patologías sociales, pues argumentan que es un concepto ideológico que define lo que está bien o mal en términos de una determinada moral y desconocen los significados de históricos de los hechos sociales. No obstante, lo que es un hecho es que en la ciencia de la Administración si es posible hablar de las fallas y descuidos de una buena gestión pública. En otras palabras, si existe una patología de gobierno o mal gobierno, ese al que se refirió Miguel Hidalgo en la madrugada del 16 de septiembre de 1810.

Las prioridades de un gobierno son la seguridad de la población, el crecimiento económico sustentable y sostenido, la paz social, el abasto de los productos básicos, la atención en materia de alimentación, salud, educación, trabajo, vivienda, el desarrollo de infraestructura en comunicaciones y transportes, energéticos y expedita impartición de justicia. No lo digo yo, así está estipulado en nuestra Constitución.

Pero resulta que el actual gobierno se decidió por una política asistencial que les permite a algunos sectores de la población adquirir algunos productos de la canasta básica, pero no impulsa la productividad, tampoco al desarrollo de la infraestructura, prefiere tocar las reservas del Banco de México, golpear la ciencia y la tecnología y dividir a la sociedad.

Un buen gobierno logra calidad de vida en la población, es expedito en la procuración e impartición de justicia, afirma el Estado de Derecho, cuando es consecuente entre lo que dice y hace. Concilia intereses, tiene definiciones, es conceptual, sabe argumentar, se sujeta a la transparencia y la rendición de cuentas, promueve el debate respetuoso y entiende de política internacional. Lo contrario es un mal gobierno.

El síndrome del gobierno mexicano parece ser auditivo, de presbiopía (incapacidad de enfocar), esclerosis burocrática e insensibilidad en el tacto. Claro que dicho diagnóstico es con base en datos que nos proporcionan el INEGI, el Banco de México y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, entre otros. Tal vez sea cierto que en Palacio Nacional tengan otros datos y su diagnóstico sea diferente. No lo sé. Pero con la información a la que yo, ciudadano común tengo acceso, concluyo que vivimos en cuestionables circunstancias, además de las ocasionadas por la pandemia sanitaria y por lo mismo veo un grave, muy grave síndrome gubernamental.

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