Por Miguel Tirado Rasso
Finalmente, Joe Biden es ya el vencedor oficial, o casi, de la elección presidencial de los EUA, a partir de que, el lunes 14 de diciembre, los consejeros estatales del Colegio Electoral fueran convocados para emitir su voto, después de que los 50 estados de la Unión Americana y el Distrito de Columbia certificaran sus resultados electorales. Como se había previsto, el candidato demócrata, Joe Biden, obtuvo 306 votos electorales, contra 232 conseguidos por el presidente Donald Trump.
Y es que, como ya se ha comentado, en el sistema electoral de sufragio indirecto de los EUA, cuando los ciudadanos emiten su voto en favor de sus candidatos a la presidencia y vice presidencia del país, en realidad están votando por un grupo de 538 electores que conforman el Colegio Electoral y que son designados por los partidos políticos de su estado. Son estos electores, una especie de mandatarios de los votantes que se comprometen a votar por los candidatos de su partido, los que deciden la elección. En algunos estados, ese compromiso es obligatorio por ley, pero en la gran mayoría no hay la obligación de cumplirlo, aunque normalmente no hay sorpresas.
Joe Biden es casi el ganador oficial, porque todavía falta la declaratoria definitiva que es la que le toca hacer al Congreso norteamericano. Por lo pronto, los votos emitidos por los electores se envían al Congreso, en donde serán contados en una sesión conjunta de las dos cámaras (senadores y representantes), que se llevará a cabo el 6 de enero, en la Cámara de Representantes bajo la presidencia del vicepresidente Mike Pence, en su calidad de presidente del Senado. La sesión termina cuando concluya el recuento total y se declare públicamente el resultado. Entonces, la elección estará oficialmente decidida y el siguiente paso será la toma de posesión, el 20 de enero. Entonces Joe Biden se convertirá en el presidente número 46 de los EUA y Donald Trump, en el quinto presidente que no pudo reelegirse.
La fase del Colegio Electoral, de la emisión de los votos de los electores, se considera de mero trámite, y pasa, regularmente, casi desapercibida. En esta ocasión, sin embargo, ha merecido una atención excepcional, ante la rebelde y provocadora actitud del candidato derrotado, quien desde hace un tiempo decidió mandar al diablo las instituciones, el voto popular y el respeto a la ley, en una arriesgada apuesta contra la tradición democrática norteamericana, sin posibilidades de éxito.
El neoyorquino ha intentado desacreditar el triunfo electoral de Joe Biden, utilizando toda clase de triquiñuelas, denunciando, sin pruebas, un gran fraude electoral. Por la vía legal, su equipo ha interpuesto decenas de demandas para echar abajo la elección, impugnaciones que los tribunales han desechado por improcedentes, una y otra vez.
Y si bien, legalmente no tiene elementos para que procedan sus denuncias y reclamos de fraude por infundados, en donde ha sido efectivo el mandatario es en sembrar duda entre la población sobre la limpieza de la elección. Una encuesta de la Universidad de Monmouth reporta que un tercio de los estadounidenses piensan que hubo fraude en la elección. Este número se eleva al 77 por ciento, entre quienes votaron por Trump. También ha sido exitoso en dividir y enfrentar más a la sociedad estadounidense. Una polarización que se manifiesta en actos de violencia y que le tocará al futuro presidente enfrentar y tratar de contener.
Pero todavía, en esta etapa post electoral, el personaje que se resiste a reconocer su derrota, puede hacerle pasar un mal rato al casi mandatario electo demócrata, pues, por lo visto, el magnate no piensa bajar la guardia y seguramente continuará en su estrategia de descalificaciones, denuncias de fraude y ataques al resultado de la elección.
En el Congreso, cuando concluya el recuento de los votos electorales, congresistas republicanos pueden entorpecer el proceso manifestando dudas sobre el resultado y formulando objeciones al mismo. Estas se tendrán que debatir y, aunque la posibilidad de que procedan es casi nula, al menos, podrán crear incertidumbre al retrasar la declaratoria pública del triunfo oficial de Joe Biden. En la historia electoral de EU, solo ha habido dos casos de objeciones del Congreso. Ninguna de ellas procedió.
Esta elección presidencial impuso varias marcas. Es la primera elección con dos candidatos de más de 70 años; la de mayor participación electoral, 158.2 millones de votantes; la del mayor número de votos anticipados, 103.2 millones; la del ganador más votado de la historia norteamericana, 81.2 millones de votos; la del candidato derrotado con más votos, inclusive más que los obtenidos por presidentes anteriores para ganar, 74.2 millones de votos, y la de la campaña electoral más costosa, 14 mil millones de dólares ( Center for Responsive Politics).
Diciembre 17 de 2020