Por Jesús Michel Narváez
Hacer ondear un pañuelo blanco en el coso taurino –de cualquier parte en donde se practique la tauromaquia- es señal dirigida al juez de plaza para que otorgue oreja, rabo y hasta pata. Es también reconocimiento para el matador que supo jugarse la vida para sacar la casta al bravo burel que hizo feliz al aficionado.
También es la seña internacional para salir de las trincheras y mostrarlo al enemigo. Generalmente se hace para negociar la rendición del que ya será el ejército derrotado.
Ondear el pañuelo o la bandera blanca es porque existe la razón concreta y no la ilusión fantasiosa de algo que puede ser y no será. Y entonces se convierte en un engaño que, más temprano que tarde se descubre.
Aquí el presidente López ha ondeado el pañuelo blanco sin que el torero haya hecho la faena que le merezca alguno de los apéndices.
Dice que la corrupción ya terminó arriba. No hay ejemplos de ello.
Al contrario. Recordar cómo el hijo del director de la CFE vendió ventiladores de mala calidad al triple de precio al IMSS no es ocioso. O cómo la secretaria de Energía ha entregado contratos a uno de sus muchos compadres. Ignorar que la investigación periodística de Carlos Loret de Mola puso al descubierto las 7 propiedades de la titular de la Función Pública sería una omisión imperdonable. Y lo que recientemente hizo público el mismo periodista sobre la prima Felipa, no tiene nombre.
La confusión entre corrupción y donaciones es parte de la narrativa de la llamada cuatroté.
Ni Pío se dice cuando el hermano próspero del presidente recibe dinero en efectivo. Solo se justifica con “el pueblo bueno apoyó la causa”.
Hoy conoceremos el número de contratos y montos del IMSS con los proveedores. Miles, cientos de miles de enfermos crónicos –diabéticos, cardiovasculares e hipertensos, por citar algunos de los males- y derechohabientes de la institución no han recibido sus medicamentos conforme a los programas que deben seguir para evitar la muerte.
Pero se nos dice que “todo está requetebién”…en todos los sentidos.
¿Quién auditará la validez y cumplimiento de los contratos millonarios?
No hay para dónde hacerse. Y no se trata de acusar –no somos ministerios públicos ni jueces para hacerlo- al director del IMSS de corrupto o deshonesto. No.
Se trata de pedir transparencia en la adquisición de fármacos, porque los enfermos que más los necesitan no los reciben.
La Covid-19 no puede matar a los que no infectó. Pero lo está haciendo.
¿De qué atole y de cuáles tamales nos dará esta mañana don Zoé Robledo?
Tiene la confianza presidencial ¿eso es suficiente para decir que es un gran servidor público?
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