Por Miguel Tirado Rasso
El 4 de junio pasado, el sub secretario de Prevención y Protección de la Salud, Hugo López-Gatell, responsable de la estrategia para enfrentar la pandemia del Coronavirus, planteaba, como “un escenario muy catastrófico” para nuestro país, la cifra de 60 mil muertos por causa de esta enfermedad. Transcurrirían sólo dos meses y medio (agosto 22) para que ese peor escenario se rebasara y, seis meses, para superar los 100 mil fallecimientos. Actualmente, México ocupa el cuarto lugar de decesos, en números absolutos, abajo de EUA, Brasil y la India y, el número 11 en contagios, con más de un millón de casos.
A pesar de que nuestras autoridades afirman que, en el manejo de la pandemia, vamos bien, hace un par de días el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, pidió expresamente a México “que sea serio” frente a la pandemia del Covid-19, que “los números muestran que el país está en mala situación. Cuando suben los casos y también las muertes es un problema muy serio…Esperamos que todos los líderes den ejemplo.” Fue su comentario.
Y es que quizás, el directivo del organismo internacional, se enteró de lo dicho en la mañanera de Palacio Nacional, del viernes pasado, en la que el presidente Andrés Manuel López Obrador salió en defensa del polémico diputado Gerardo Fernández Noroña, cuando éste se negó a cumplir con el protocolo del Instituto Nacional Electoral (INE), que obliga a quienes asisten a reuniones internas del organismo a usar el cubrebocas. Al respecto, el mandatario justificaría la rebeldía del legislador, señalando que “lo más importante es la libertad, entonces la gente tiene que decidir libremente…El pueblo es sabio, esto choca mucho con la mentalidad conservadora que está más acostumbrada a las imposiciones”.
En su peculiar actitud de desafío, el diputado del Partido del Trabajo, que en algún momento aspiró a ocupar la presidencia de la cámara baja, habría que imaginar a este personaje conduciendo los trabajos legislativos, mostró su insolencia y absoluta falta de respeto con la institución, sus funcionarios y sus colegas legisladores, que, en acatamiento al protocolo del organismo, cumplían con las medidas de prevención recomendadas para el caso de la pandemia del Coronavirus.
Resulta que, el diputado Noroña, en su paranoia, alegó que se le pretendía censurar, que se le quería amordazar, exigió respeto a su derecho constitucional de no utilizar la mascarilla y casi esgrimió su fuero, al decir que asistía al Instituto en su calidad de diputado. Ante la insistencia del presidente del INE para que cumpliera con el protocolo, Fernández Noroña, hizo referencia a lo dicho por el subsecretario Hugo López-Gatell, de que el cubrebocas da una falsa sensación de seguridad y no evita el contagio. Finalmente, la sesión del Consejo General del Instituto, tuvo que ser suspendida, tras el sainete diputadil, para reanudarla, más tarde, de manera virtual.
Resulta difícil entender la resistencia de quienes podrían o, más bien, deberían, ser ejemplo para la población, por su calidad de personajes públicos, para cumplir con medidas sencillas en la prevención de esta terrible enfermedad, como es el caso del uso del cubrebocas, en particular, cuando los contagios y las defunciones siguen ocurriendo, sin que haya visos de control de la pandemia. Ha quedado claro que la mascarilla, por sí sola es insuficiente, y que debe usarse dentro de una estrategia integral con otras medidas recomendadas, distancia física, lavado de manos, evitar aglomeraciones, ventilar bien las habitaciones, etc. Todo es útil y ayuda a prevenir la enfermedad.
Después de 10 meses de pandemia, diversos estudios han concluido en que, si bien la mascarilla no evita el contagio, puede reducir la dosis viral, lo que hará menos grave la enfermedad, facilitando que los sistemas inmunológicos puedan combatir mejor el virus, lo que podría reducir hospitalizaciones y fallecimientos, según afirma la especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de California, San Francisco, EUA, Mónica Gandhi.
En un principio, la misma OMS, dudaba sobre la conveniencia de este aditamento médico, y no fue sino hasta después de meses de investigación que cambió su opinión sobre la utilidad de la mascarilla. Una vez comprobada la transmisión por aire del virus, las recomendaciones de la OMS cambiaron hasta publicar en junio un protocolo para el uso general del cubrebocas.
“No comentamos comportamientos individuales sobre el uso de mascarillas. Hemos dicho en general que usar mascarilla es importante, la higiene de manos es importante, mantener la distancia es importante y esperamos que los líderes sean ejemplares. Queremos que los líderes sean un modelo a seguir”, ha dicho el Director del organismo mundial de salud, preocupado ante la nueva ola agresiva de la pandemia.
Por su parte, el Director de emergencias de la OMS, Mike Ryan, señaló, recientemente, en una reunión informativa en Ginebra, Suiza, que en cualquier país del mundo es fundamental que la comunicación con la sociedad sea “clara, creíble y regular”. “No importa lo que digan los carteles y las guías, si ese comportamiento no es demostrado por los líderes y personas con influencia, causa confusión, el asunto se politiza y no ayuda a nadie.” Habría sido el mensaje del funcionario.
Recomendaciones válidas para todos los países y sus dirigentes, que ojalá escuchen nuestras autoridades sanitarias. Porque, como se ven las cosas, por los números oficiales de contagios y defunciones en México, al parecer la libertad para decidir el uso de la mascarilla no ha sido lo mejor ni la sabiduría del pueblo ha sido suficiente para enfrentar con eficacia la pandemia, más allá de la mentalidad de los conservadores, que seguramente también quieren sobrevivir a esta enfermedad.
Diciembre 3 de 2020.