Por Nidia Marín
Es la moralina. Fingida y trivial. Se le llama también arrogancia cuando hay la pretensión de estar por encima de 130 millones de mexicanos, en su mayoría inmorales, que han vivido en los últimos 76 años sin una guía espiritual que nos haga dignos de tener un presidente como el actual.
Se trata de alguien que está por encima de los demás y con índice de fuego señala a todos los integrantes de la tercera edad como los merecedores de recibir su cartilla para que aprendan. Y no menciona a los jóvenes porque sabe que lo mandan al diablo
Sí, sobre todo, aquellos en cuyas familias han ocurrido feminicidios que en lo que va de 2020 suman casi 3,000, mientras que de acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública los homicidios dolosos alcanzan 32,604 y la impunidad campea en el país, eso sí con una cartilla moral que dice:
“Pide perdón si actuaste mal y otórgalo si fuiste víctima de maltrato, agresión, abuso o violencia, que así permitirás la liberación de la culpa de quien te ofendió”.
Y, seguramente, de la misma manera que los jóvenes, miles de mexicanos preguntarán ¿y las leyes? ¿y el Estado de Derecho? Eso sólo se utiliza en contra de los adversarios políticos como Rosario y compañía. Nada en contra de los de casa. Por el contrario, hay ascensos y posibilidades de llegar vía Morena a una legislatura.
Dice que él escribió la Cartilla o por lo menos es el único que aparece como autor. Los demás son música de acompañamiento para sus fines pastoriles, no obstante que la historia de “las ligas”, de Pío y compañía, de la falta de medicamentos, del pésimo trabajo gubernamental en la pandemia, de la acción malvada en el caso de la inundación de la zona de los más pobres en Tabasco lo perseguirán por siempre.
Es hasta molesto ver como en la Cartilla se habla del medio ambiente y darse cuenta que las buenas intenciones sólo están en el papel porque la realdad es otra. Los hechos hablan por sí mismos, como es el caso de la devastación de la selva con el Tren Maya: 852 kilómetros entre Cancún, Quintana Roo y Palenque, Chiapas que destruiría la selva para que él pueda llegar a gusto ya saben a dónde: a su rancho.
También la inundación del Manglar donde hoy se asienta la protegida refinería de Dos Bocas, debido a lo cual la más reciente anegación fue salvaguardarla, mientras se amolaba a los chontales.
En uno de sus párrafos sobre la naturaleza el documento dice:
“En verdad, el espíritu de maldad asoma ya cuando, enturbiamos una fuente de agua clara, o echamos inmundicias a los ríos o desechos tóxicos al mar; o cuando arrancamos ramas de los árboles por sólo ejercitar las fuerzas; o cuando contribuimos a ensuciar el aire que todos necesitamos; o cuando matamos animales fuera de los casos en que nos sirven de alimento; o cuando torturamos por crueldad a los animales domésticos, o bien nos negamos a adoptar prácticas que los alivien un poco en su trabajo”.
¿Y cuando destruimos selvas, bosques y desviamos ríos o inundamos, entonces no?
En fin, que la Cartilla presuntamente es solo una propaganda más que costará mucho dinero al erario.
Y quien sabe si Alfonso Reyes a estas Alturas avalara esta cartilla, porque de acuerdo al trabajo realizado para Letras Libres, por Rodrigo Martínez Barocs, hijo de José Luis Martínez, funcionario durante el mandato en la SEP de Jaime Torres Bodet, los avatares para la Cartilla Moral que le fuera solicitada desde 1943 para la Campaña Nacional de Alfabetización corrió con muy mala suerte.
Hoy, sinceramente no se sabe cuál será el futuro de esta versión arrogante y mal hecha del siglo XXI, dedicada exclusivamente a enaltecer a un hombre que se siente dios.