Europa, acorralada por una brutal segunda ola de coronavirus, lanzó nuevas medidas para intentar contener una pandemia que deja más de 1.16 millones de muertos y 43.7 de contagios en el mundo.
En Italia, las nuevas medidas fueron mal recibidas como lo demuestran las manifestaciones en Roma y varias ciudades que desde el fin de semana rechazan el cierre de bares y restaurantes a partir de las 18H00, y de todos los teatros, cines y gimnasios durante un mes.
En Milán y Turín (norte) las protestas del lunes acabaron en enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, actos de vandalismo contra tranvías y vitrinas de comercios rotas, entre cruces de cócteles molotov y gases lacrimógenos.
Ayer un grupo de comerciantes y dueños de restaurantes se estaba manifestando pacíficamente en la Plaza del Popolo de Roma, cuando un grupo de entre 200 y 300 simpatizantes de la formación neofascista Forza Nuova comenzó a provocar disturbios, según los medios italianos.
En España, donde se proclamó el estado de emergencia y un toque de queda, los médicos del sistema público, exhaustos después de más de seis meses de pandemia, iniciaron este martes una huelga nacional, la primera en 25 años, para reclamar un mayor reconocimiento a su labor.
Sin embargo, sólo una parte de la población de la Unión Europea podrá vacunarse contra el Covid-19 antes de 2022 si se dispone de una vacuna eficaz, dijeron funcionarios de la UE en una reunión interna, mientras los gobiernos siguen divididos sobre los planes de inmunización.
Mientras, Rusia anunció que fue «la primera» en pedir a la OMS la «precalificación de su vacuna contra el coronavirus».