Dentro de la conferencia internacional de Banca 2020 organizada por Santander, una visión compartida es que la crisis económica de este año no tuvo efectos severos en este sector, no obstante, sí dejará fuertes secuelas en las economías globales, más allá de las estimadas inicialmente, como advirtió Agustín Carstens.
El ahora gerente general del Banco de Pagos Internacionales (PIB), invitado para dicho evento, reconoció que un factor crucial en esta crisis es que en un inicio se pensaba que sería transitoria, «pero ha durado más y va a durar aún más», vaticinó.
La buena noticia, desde su perspectiva, es que no hubo efectos en el sector bancario y el actuar de los bancos centrales fue «rápido y efectivo» lo que logró estabilizar a los mercados y evitando una crisis de financiación y posiblemente de solvencia.
No obstante, Carstens advirtió que, si bien la política monetaria reduce el costo del capital y esto puede evitar el pánico financiero, no es lo único que se puede hacer: «Es necesario introducir un elemento fiscal, como apoyo al crédito o pagos directos», recalcó.
Y agregó: «Llegará el momento en que la acción gubernamental sencillamente no pueda prevenir el incremento de bancarrotas. El cambio en el entorno económico dará lugar a una reasignación ineludible de recursos».
Además, de acuerdo con el exgobernador de Banxico y exsecretario de Hacienda, lo peor no pasó, pues se verán mayores dificultades hacia el futuro, con cambios profundos en la economía. «El Covid va a cambiar la cara de la economía».
En ese sentido, explicó que esta crisis expuso nuevas vulnerabilidades entre los intermediarios financieros no bancarios que incluyen fondos del mercado monetario, fondos de cobertura, principales empresas comerciales y similares, además de poner de manifiesto fragilidades en la demanda y la oferta de liquidez en un sistema financiero más basado en el mercado.