La Ciudad Femichista

– Una ciudad no se constituye de un solo hombre.
—¿No se dice que la ciudad es del que manda?
— Y muy bien si reinarás tú solo en tierra despoblada.
Sofocles, Antígona.

Por David Martínez

“A primera vista podría parecer paradójico hablar de una manifestación feminista en la Ciudad de México: la Ciudad está gobernada por una mujer, las mujeres son mayoría en el gabinete del gobierno local, el aborto es legal en la Ciudad desde hace diez años, en este gobierno hay, por primera vez, una Secretaría de la Mujer… Sin embargo, pese a lo que marcan estos hechos, también hay una dura realidad en el ser mujer en ésta Ciudad. A saber:

  • Los asesinatos por razones de género crecieron 58% durante el 2019 (68 casos), en comparación con el 2018 (43) en la Ciudad de México, con lo que la capital pasó del lugar 18 al 11, a nivel nacional, respecto de los casos denunciados. El feminicidio es el tercer delito que más creció en la CdMx el año pasado, de acuerdo con un informe del Observatorio Ciudad de México (OCdMx).
  • El OCdMx señaló que la tasa de feminicidios se ubicó en 0.78 indagatorias por 100,000 habitantes en el 2019, con un aumento en 10 de las 16 alcaldías.
  • En el Índice de Igualdad de la Ciudad de México (2019) más reciente Iztalapapa y la Gustavo A. Madero, las entidades más pobladas de la Ciudad, presentan severos problemas de Igualdad de Género en su administración y sus reglamentos.
  • Las colonias punteras en el delito fueron: Barrio 18 (Xochimilco), Loma la Palma (Gustavo A. Madero), Agrícola Pantitlán (Iztacalco) y Santo Tomás Ajusco (Tlalpan).

Por decir lo menos, estos datos nos probarían que la acción institucional del Gobierno está incompleta. El académico hondureño Julio Escoto acuño la palabra femichismo para hablar de la poca empatía que algunas mujeres tienen con su propio género. Y este concepto podría utilizarse para explicar lo sucedido. Veamos: según el gobierno de la ciudad, la policía actuó para “prevenir la violencia y actos que transgreden el ejercicio de derechos durante la atención a manifestaciones”. Las manifestantes, por contra, dicen que se les impidió su derecho a protestar libremente y denuncian que fueron atacadas por las autoridades.

El femichismo del gobierno capitalino pone en el tapete, como lo menciona la escritora Fernanda del Monte, la tensión entre la polis y el oikos de la que da cuenta la tragedia griega desde Euripides. Esas tensiones fundacionales sobre la Ley, así con mayúsculas. La ley, cuando no es autoritaria, es cambiante, y se transforma cuando los sectores de la población luchan (casi nunca sin violencia) para cambiarla. Fijémonos en las vías institucionales de esas leyes. Es decir, en los años anteriores los grupos feministas lograron el cabildeo para aprobar la ley que legalizó el aborto en la Ciudad. Es verdad que hay agendas de género en algunas instituciones del gobierno, pero lo que pasa en la CdMx con las manifestaciones feministas es otra cosa: no es solo para crear una agenda, para que cambien las leyes, sino para que acabe una violencia que está marcada desde lo privado y que el Estado no ha sido capaz de modificar.

Como recuerda Fernanda, la violencia contra las mujeres sucede en la mayoría de los casos en sus casas, en sus espacios de trabajo, en la calle. Esto se relaciona a los ámbitos de la educación, de la formación, de la misma familia. Entonces, la pregunta al Estado sería: ¿qué programas, políticas y leyes se pueden cambiar, proponer para que en todos estos ámbitos quienes ejercen violencia contra las mujeres, no lo hagan más? No se promueve la idea de que las leyes punitivas sean solo la única vía. Habría que tener en cuenta las variables económicas y de bienestar social, derechos, y acceso a la Justicia, a la información y a la educación.

Los reclamos están relacionados con las condiciones sociales, con la vulnerabilidad de las mujeres, las niñas y niños. La polis, la CdMx, tendría que abrir las puertas al diálogo y a la creación de políticas públicas enfocadas desde la perspectiva de género, de forma inmediata. No es tan complicado, pero hace falta empatía y, sobre todo, voluntad.

Fernanda tiene razón, lo que se exige es un cambio de enfoque: dejar de pensar que las luchas feministas tienen que ver solo con un grupo de población y no ver las oportunidades y la transversalidad que esto trae para la ciudadanía. Por otro lado, siendo que Fernanda escribe teatro, estaría bueno darles un taller de resiliencia a las y los políticos de la Ciudad, quizá así se abran a la posibilidad de cambiar su visión. Como primera lectura de ese taller estarían Antígona, de Sofocles y Las Troyanas, Electra e Ifigenia entre los tauros, de Eurípides. Como todo en la vida, la resilencia y la entropía comienzan poniendo atención a lo que ya señalaron los clásicos.

Nota: el autor agradece a la escritora Fernanda del Monte la oportunidad de citar sus ideas.

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