Por Jesús Michel Narváez
Al decidir que la Consulta para juzgar a los expresidentes es constitucional, la Suprema Corte de Justicia de la Nación se mostró sumisa, débil y dejó en manos del presidente López todo el poder público.
Ya controla el Legislativo, el Ejecutivo y el ¡Judicial!
La ponencia del ministro Luis María Aguilar, expresidente de la Corte, no tenía desperdicio.
Sin embargo, su sucesor, Alejandro Lelo de Larrea, se pronunció antes de comenzar la votación, por la constitucionalidad e impuso su criterio.
Los 6 votos para declarar constitucional la Consulta borraron la imparcialidad y la autonomía para que la Corte sea garante de la Constitución.
El presidente López logró su propósito: intimidó a los ministros.
Y como se escribía en Twitter ¿qué le saben al ministro presidente?
Al escribir ayer el origen de la División de Poderes le planteaba que sus creadores buscaron que el poder público contara con pesos y contrapesos. Es el ideal de la democracia.
Avasallar los Poderes, como lo ha hecho el Jefe del Ejecutivo actual, debilita la democracia si no es que la termina y fortalece la autocracia, que ya está apostada en la Silla del Águila.
Bajo el argumento de “no le tengan miedo al pueblo”, el presidente López machacó en su conferencia mañanera para influir e intimidar a quienes suponían tener la libertad de detener lo que a todas luces resulta inconstitucional y termina por debilitar a las instituciones de procuración y administración de justicia.
Los votos para declarar constitucional la consulta le dan el triunfo y la razón al presidente de México y se comprueba algo que se suponía superado: no se mueve la hoja del árbol sin la voluntad del “señor”.
Y cuando se mueve es para satisfacer sus ambiciones y sus caprichos.
Ya tiene pila recargada para dejar de lado los casi 80 mil muertos por el Covid-19 y los millones de desempleados y el crecimiento de la pobreza además de la enorme crisis económica que deja a México en virtual estado de indefensión.
Con la decisión de la Corte la palabra México recorrerá el mundo y tendrá dos acepciones: se hizo el milagro y se juzgará a expresidentes y la otra: el Presidente manda y la Corte obedece.
Cayó el último bastión que frenaba la autocracia. Lo lamentarán los que avalaron una propuesta mediática que careció de toda legalidad, aunque los ministros que votaron por la realización justifiquen la constitucionalidad.
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