Por Miguel Tirado Rasso
La semana pasada, en una de sus conferencias mañaneras, el presidente Andrés Manuel López Obrador emplazó a los integrantes de su equipo de gobierno interesados en participar como candidatos a un cargo de elección popular en el proceso de 2021, a renunciar a sus puestos “a mas tardar a finales de octubre”. Lo que significa que posiblemente haya cambios en las secretarias de Seguridad y Protección Ciudadana y en la de Educación Pública, cuyos titulares, Alfonso Durazo y Esteban Moctezuma, particularmente el primero, no han ocultado su interés en competir por la gubernatura de sus estados natales, Sonora y San Luis Potosí, respectivamente.
Una sana y muy conveniente recomendación presidencial para evitar que los aspirantes utilicen los recursos propios de sus cargos en apoyo a sus proyectos políticos personales y para que no incurran en actos anticipados de campaña, al mezclar las responsabilidades y actos de gobierno con promociones de campaña.
El panorama electoral para 2021, al menos hasta este momento, aparece muy favorecedor a Morena. Con todo y los sainetes protagonizados por dirigentes y militantes prominentes de este partido con motivo del muy largo y accidentado proceso para la renovación de su dirigencia y de sus pugnas internas por el control de la institución, alcanza las mejores mediciones en las preferencias electorales en 14 de los 15 estados en donde habrá cambio de gobernador. Sólo en el estado de Querétaro, el PAN lo supera en preferencias.
Resulta difícil entender cómo en, prácticamente, todas las encuestas publicadas, el Movimiento de Regeneración Nacional se mantiene a la cabeza sobre los demás partidos. Ciertamente, en su conducción ha faltado habilidad, talento y experiencia para darle una estructura adecuada que lo consolide como partido político. Porque hasta la fecha, quienes han estado a cargo de la dirección del instituto, han estado sumergidos en interminables pugnas internas, más preocupados en defenderse del fuego amigo y fortalecer su posición en el control del organismo, que por desarrollar una verdadera labor partidista que lo defina, institucionalice y proyecte al nivel que le corresponde en su calidad de partido en el poder. A Morena le ha costado poder superar su etapa de movimiento social, y deambula en el desamparo desde que su fundador y líder decidió soltarle las riendas.
Hay dos factores que ayudarían a explicar el sostenimiento de Morena a la cabeza en la intencionalidad del voto. Uno es su identificación e inevitable referencia con su fundador, Andrés Manuel López Obrador. Hecho a su imagen y semejanza, Morena nació con el propósito específico de darle estructura a su candidatura presidencial. Con el éxito del proyecto, Morena sigue la suerte de lo principal, lo que significa un envidiable blindaje para sus errores, errática conducción y desafortunada operación. El ciudadano encuestado lo apoya en razón de su líder moral y no por su actividad política, la que no distingue ni concibe independiente del presidente López Obrador.
El otro factor es la pobreza de alternativas partidistas. Las oposiciones, como lo hemos mencionado ya en varias ocasiones, se han conducido con la mayor discreción, como si no quisieran que su voz y opinión sobre el ejercicio de gobierno fuera escuchada por la ciudadanía. PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano, siguen enganchados en sus diferencias en lugar de buscar las coincidencias que les permitan sumar fuerzas para volverse competitivos. Los análisis indican que separados no tienen posibilidades de alcanzar una jornada electoral victoriosa, lo que parece no preocuparles mucho.
De las 15 gubernaturas en juego, 14 están en manos de la oposición, 8 con el PRI, 4 con el PAN, el PRD con 1 y una independiente. Según la reciente encuesta de Demoscopía Digital, sólo la de Querétaro podría perder Morena. En Nuevo León, Sinaloa y San Luis Potosí, el PRI podría dar algo de pelea y en Baja California Sur y Chihuahua, el PAN sería competitivo. En las 9 restantes, Baja California, Campeche, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas, Morena cuenta con una ventaja de, por lo menos, 7 puntos respecto de su más cercano competidor.
Algo que llama la atención, y que deberían tomar en cuenta los partidos de la oposición, es que el número de indecisos es el único que ha aumentado con el tiempo, lo que quiere decir que un sector de la ciudadanía no está muy conforme con lo que ve. El que pueda convencer a aquéllos que han manifestado no saber por quién votar, estaría captando un valioso apoyo, pues ese grupo representa más del 20 por ciento de los encuestados, lo que significan suficientes votos para inclinar la balanza.
Habrá que aclarar que, la medición que comentamos, se refiere, únicamente, a las elecciones para gobernador. Que hay variables dependiendo de los nombres que se incluyan como posibles candidatos y que seguramente habrá ajustes cuando se definan las candidaturas y arranquen las campañas. Por lo pronto, Morena aparece como el adversario a vencer.
Octubre 1 de 2020