Tlatelolco, ese Lugar de Masacres y Dolor

Por Nidia Marín

Como si fueran una consigna, es posible ubicar los hechos de destrucción y muerte desde que los conquistadores arrasaron templos y palacios de la Ciudad de México-Tlatelolco. Sí, cuando aquellos que cruzaron el mar, ávidos de riquezas, destruían cualquier estructura en busca de tesoros.

Dicen los historiadores que “en Tlatelolco el saqueo y la destrucción se iniciaron desde el momento en que cae en manos de los conquistadores, el 13 de agosto de 1521. Del botín logrado, el oro y las joyas preciosas correspondieron a los españoles, mientras que sus aliados indígenas “se quedaron con los chalchihuites (piedras verdes que no son jade) y las plumas finas”.

Pero 441 años después, otro tipo de ambiciones permearon en México y aquel 2 de octubre, miércoles por cierto, casi 73 días después de que los estudiantes tomaran las calles, seguidos de inmediato por las policías y el ejército, retornaría la destrucción, en este caso convertida en una masacre de mexicanos perpetrada por otros mexicanos.

Ahí en las bardas de piedra del Templo de Santiago Tlatelolco, donde colocaron a cientos de jóvenes detenidos, de pie con las piernas abiertas y con el rostro hacia la pared, esperaron por horas hasta ser trasladados al Campo Militar Número Uno y a otras prisiones desconocidas. En el interior, los sacerdotes rezaban, porque para esas fechas el templo había vuelto al ejercicio religioso que durante siglos se había abandonado.

Sí, porque allá por 1811 el Convento fue utilizado como prisión durante las diversas batallas por la Independencia y años después en

1861, tanto el templo como el convento fueron cerrados con motivo de la Guerra de Reforma.

Pero la tarde fatal de aquella fecha de principios de octubre de 1968, de la segunda mitad del siglo XX, un día después de la salida del ejército de los campus de la UNAM y del IPN,  miles de personas se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.

Era el 2 de octubre.

Y sí, mientras el ejército vigilaba, como en todas las manifestaciones anteriores, que no hubiera disturbios, en este caso principalmente porque el gobierno tenía temor de que fuera asaltada la Torre de la Secretaría de Relaciones Exteriores (edificada por Pedro Ramírez Vázquez), integrantes del Batallón Olimpia, vestidos de civiles con un pañuelo o guante blanco en la mano izquierda, se infiltraron en la manifestación hasta llegar al edificio “Chihuahua” donde se encontraban los oradores del movimiento y varios periodistas.

Y eran casi las seis de la tarde cuando el mitin concluía. Y eran las seis en punto cuando un helicóptero sobrevoló la plaza, disparó bengalas y también balas a los edificios del área. Y de inmediato el Batallón Olimpia respondió y disparó sobre la multitud en la Plaza de las Tres Culturas, sí aquella donde se rendía homenaje a la Cultura Tlatelolca, a la Cultura Española y a la Cultura del México Moderno.

Han pasado 52 años de aquella represión y se desconoce con exactitud el número de muertos y heridos.

Ya en el siglo XXI, en enero de 2005, casi al final del mandato de Vicente Fox, la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, solicitó la aprehensión de 55 personas presuntamente responsables de la matanza de Tlatelolco.

Posteriormente se ordenó el arresto domiciliario del expresidente Luis Echeverría, el cual se levantó ocho meses más tarde y días después fue exonerado, al considerar que no existía ninguna prueba que lo inculpara como responsable de los hechos ocurridos cuando fue secretario de Gobernación.

Este viernes se cumplen 52 años de aquella masacre.

Por cierto, el templo de Santiago Tlatelolco fue edificado hace 499 años, precisamente después de la conquista, en 1521, con piedras del Templo Mayor y restos de las esculturas prehispánicas que habrían roto los españoles, aunque aún es posible observar atrás del ábside de la fachada oriente un fragmento de una deidad asociada a la tierra, que pudiera ser Tlaltecuhtli o Tláloc.

Dicen que el sitio se eligió porque fue donde los mexicas habrían resistido durante más de 80 días el embate de los vencedores. En ese lugar de matanzas pues, hubo una hace 52 años que lastimó la vida política y social de México, hasta nuestros días.

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