Un destacado experto chino afirmó que una segunda ola de contagios de COVID-19 en China será “inevitable” y puso como ejemplo la actual situación en Europa, informó el diario shanghainés The Paper.
Según el doctor, la única manera de acabar con la pandemia será con una vacuna pero, en su opinión, “es bastante poco probable que las farmacéuticas puedan producir vacunas y suministrarlas al mercado en el periodo de un año”.
Sus palabras contradicen a las de una asesora del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de China, Wu Guizhen, quien aseveró la semana pasada que los ciudadanos chinos podrían empezar a ser vacunados contra el coronavirus en noviembre o diciembre ya que las pruebas clínicas se estaban llevando a cabo sin contratiempos.
Zhang, jefe del equipo de expertos médicos de Shanghái contra el COVID-19, se ha convertido en una de las figuras médicas más mediáticas en China junto a otros destacados expertos como Zhong Nanshan especialmente desde que, a finales de enero, reveló que había enviado a los doctores que eran miembros del Partido Comunista (PCCh) a la primera línea de la lucha contra el virus para que cumplieran con su deber.
En su opinión, el principal problema del coronavirus SARS-CoV-2 es que “no es muy letal”, ya que “el 80 por ciento de las personas que lo contraen no muestran síntomas”, lo que unido a una altísima capacidad de contagio lo hace un enemigo “horrible”.
Las opiniones de Zhang siguen una línea similar a las de Zhong, quien recientemente apuntó que el virus “seguiría existiendo” en China durante el invierno y la próxima primavera, a lo que agregó que la vacuna no estaría lista para su “inoculación generalizada” hasta dentro de uno o dos años.
China lleva más de un mes sin dar parte de ningún contagio por transmisión local, aunque sí ha detectado casos “importados”, es decir, en personas procedentes de otros países.
En los últimos días, la provincia meridional de Yunnan ha activado las alarmas para prevenir que se propague el virus desde la vecina Birmania, de donde vinieron dos personas infectadas que provocaron que la ciudad fronteriza de Ruili fuese confinada y que allí se hayan realizado ya más de 287 mil pruebas, aunque no se ha detectado ningún otro caso.