Tras cinco meses de pandemia y dos de «nueva normalidad», el brote sigue en ascenso y la actividad económica en caída en México, donde trabajadores se debaten entre el temor al contagio y la falta de ingresos.
En la Zona Rosa de Ciudad de México, antes repleta de turistas y oficinistas, la taquería de Angélica Hernández luce vacía pese a haber invertido en gel antibacterial, cubrebocas para clientes, desinfectantes e, incluso, acrílicos para separar las mesas.
«Nos hemos adaptado a todas las normas para las que nos han capacitado para la ‘nueva normalidad’, pero no hemos tenido los resultados que esperamos», lamenta en entrevista con Efe.
México inició su plan de reactivación económica de una «nueva normalidad» el 1 de junio, con un semáforo epidemiológico de cuatro colores que determina las actividades económicas permitidas para cada uno de los 32 estados.
Pero desde entonces, la pandemia rompe cada vez más récords en México, que el pasado viernes superó a Reino Unido como el tercer país con más muertos por COVID-19, al acumular más de 47.472 fallecidos y 434.193 casos.
Por ello, a unas calles de la taquería de Angélica, el comerciante Alfonso Zepeda dice que, con tal de contener el brote, no le importa bajar la cortina de su tienda de ropa aunque apenas lleva 20 días abierta tras cerrar tres meses.
«Mientras no siga creciendo el índice de los muertos y todo eso, es bien importante, nos tenemos que conformar con esto, con lo que se venda, ya después veremos las situaciones de rentas, de proveedores, de todo esto, se tendrá que ir poco a poco», opina.
La economía mexicana sufrió una caída histórica de 18,9 % del PIB en el segundo trimestre del año, los primeros tres meses de la pandemia en el país.
La reapertura no será suficiente para revertir esta tendencia, advierte Edmar Lezama, coordinador del Programa Único de Especializaciones en Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
«En junio algunas actividades empezaron a funcionar otra vez, pero la parte muy formal de la economía y la que está vinculada al sector externo, a pesar de que abrió, no ha podido arrastrar al grueso de la economía porque no hay compradores y no hay consumo», comenta.
La crisis ha desaparecido más de un millón de empleos formales, según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y los datos oficiales también muestran que más de 10 millones de trabajadores informales han abandonado la fuerza laboral.
En este contexto, al menos 16 millones de personas han caído en pobreza extrema por ingresos, según la UNAM.
Otros mexicanos están en riesgo, como Jesús Herrera, un lustrador de zapatos con un puesto fuera de la estación Insurgentes del Metro Ciudad de México, donde el Gobierno local le ordenó cerrar por 20 días, pero él se ausentó por un mes más por la falta de clientes.
«Hablando con sinceridad estoy endeudado, estoy ‘endrogado’, pedí prestado 5.000 pesos (unos 225 dólares), y a ver cómo lo pago, ojalá se componga pa’ poder pagar», relata.
Ante este panorama, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha insistido que «se tocó fondo en abril y mayo», pero que desde el inicio de la «nueva normalidad» la economía se reactiva.
«¿Qué puedo decirle a la gente, al pueblo? Que ya pasó lo peor y que funcionó la estrategia, y que ya nos estamos recuperando», manifestó tras divulgarse el dato del PIB.
Pero Jessica Sánchez, cocinera de un restaurante de comida saludable en Reforma, la principal avenida de Ciudad de México, se muestra escéptica.
«Se ve un poco más de gente, hay un poco más de movimiento, pero sí se percibe la verdad que bajó bastante, no ha sido lo mismo, mucha gente todavía digamos que tiene tal vez un poco el miedo del manejo de las cosas», menciona.
Al aceptar que la economía no repuntará hasta que se controle la pandemia, trabajadores y empleadores reconocen que la crisis va para largo.
«Esto va a tardar mucho en reactivarse al 100 %. Estamos trabajando ahorita al 40 %. (Hay que) guardar la sana distancia y seguir las indicaciones de las autoridades porque en la medida que seamos obedientes en esto va a acabar más pronto», expresa Antonio Munguía, dueño de una pequeña empresa.