*Existe Todo un lío con la Ideología de Género
*Que los Niños Trans Tengan sus Derechos
*Y Asesinar a más Bebés en las Clínicas Abortistas
*Los Delincuentes han Perdido Rubor al Cometer Ilícitos
*Y Existe una Política Recaudatoria Feroz y Vengativa
Por Rafael Navarro Barrón
No importa la pobreza del país que está a punto de pasar a un nivel crítico de pronósticos reservados; en México no tiene importancia la pérdida de un millón de empleos a causa de la pandemia, según el reporte del IMSS; no importa la violencia en toda la república, que impuso un récord de terror y muerte en lo que va del sexenio; no importa la económica caída, la corrupción de gobernantes y ex gobernantes…
En el país de Olga Sánchez Cordero, lo que importa es el sexo. De un día para otro, el tema de la sexualidad empezó a gobernar el mundo y se asentó en nuestro México en una especie de paranoia oficial que alteró las hormonas gubernamentales.
Ha surgido la “sexocracia”. Lo más bajo en la conducta humana, todas las aberraciones que puedan pasar por la mente del mexicano y que están inscritos en la OMS, a través de 112 géneros, son del agrado de la inquilina de la Secretaría de Gobernación que ha mostrado un enfermizo deseo de que esas prácticas se impongan como una forma de vida, como un programa de gobierno.
Se suma a la demanda mundial de ricos, excéntricos, empresarios y miles de enfermos mentales del planeta tierra. El sexo se concentra en el ducado de un país que no resuelve la democracia, el hambre, la corrupción, el narcotráfico, la pandemia, el desempleo, pero quiere resolver los conflictos sexuales bajo el argumento de los derechos humanos.
El gobernante no está en las calles apoyando al pobre con programas realistas y solidarios. Los gobernantes de Morena y sus testaferros en las cámaras legislativas y los congresos estatales han tomado la bandera del sexo y en ella centran su trabajo prioritario, obsesivo.
En realidad, el gobierno federal no ha hecho nada excepcional a través de sus programas de Bienestar para garantizar la lucha contra el hambre, para disminuir los niveles de pobreza.
La asistencia a clínicas y hospitales es un tormento: no hay medicinas; los médicos carecen del nivel profesional y ético; existen evidentes malos tratos del personal clínico; se difieren las consultas con especialistas y las cirugías “no esenciales” (ahora que está de moda).
No se diga el tema de la delincuencia. Por una parte, estamos confinados por el Covid-19 en mini bunkers sanitarios que, al mismo tiempo, utilizamos para salvarnos de los delincuentes que han perdido todo el rubor a la hora de cometer ilícitos. Eso no importa a Sánchez Cordero, ella está obsesionada por el sexo.
Ya no pensamos acudir a los sitios turísticos tomando en cuenta nuestra economía. Cada vez que vamos a viajar preguntamos “si el lugar es seguro”, “si no asaltan en el camino”, “qué grupo delincuencial domina la zona”, “si los policías y tránsitos son corruptos o están ligados con el narco”. Eso no le importa a Sánchez Cordero, ella quiere que los niños trans tengan derechos, quiere asesinar a más bebés en las clínicas abortistas.
Y qué decir del tema de la educación, los salarios de miseria, la agroindustria y los problemas de los campesinos, el agua de riego contenida en las presas de la entidad chihuahuense. Todavía falta el tema de los impuestos, de la cacería del SAT que está hambriento de hacer justicia al odio contra los empresarios que estimula el presidente de la república en turno y que está domando a los dueños del dinero con una política recaudatoria feroz, vengativa. Esa es la vida social en México.
Por todo lo anterior, nos sorprende que la agenda pública esté matizada por el sexo. Sí, así como se escucha. La sexocracia está moviendo a un país completo.
Todo este lío de la ideología de género, con sus posiciones mundiales y la presión que exige la ONU y sus aliados en la promoción de los supuestos derechos de las Lesbianas, Gay, Bisexuales, Transgéneros, Transexuales, Travestis, Intersexuales y Queer (donde cabe todo el que no está en los otros géneros), se centra en sus necesidades sexuales.
¡Absurdo ¿no?! Gobernantes obsesionados en el sexo dedican gran parte del día en esa defensa. Legisladores que twittean los logros sexuales y las aberraciones promovidas desde sus congresos como un triunfo político, pero nunca hablan de los ‘otros logros’.
Vergonzoso que la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero esté tan preocupada por la vida sexual de la población, pero ajena a los demás problemas del país, para garantizar seguridad, armonía, desarrollo, paz, salud, educación…
Junto con los estrategas del sistema, la secretaría intenta imponer un modelo de gobierno, que preocupa porque parece que no hay otro tema en su mente que el sexo. El asunto está matizado por la supuesta promoción de los derechos humanos.
La reacción social de los grupos ProVida, de las agrupaciones religiosas cristianas, que representan el 95 por ciento de los habitantes del país, es más que evidente. La presión es llevada a los Congresos Estatales y a las Cámaras federales donde, Sánchez Cordero, atiza el fuego para lograr que el estado se convierta en el rector del sexo (no de la educación sexual), al margen de los padres.
Sin pudor, ya que los niños no tienen la capacidad de digerir mentalmente las acciones de gobierno, Morena y sus gobernantes se han propuesto la promoción de todas las aberraciones que no entran en el llamado ‘sexo normal’ y que están registradas como válidas ante la Organización Mundial de la Salud.
No podemos aplaudir este onanismo oficial. Mucho menos entendemos como la segunda figura del gobierno federal, en jerarquía, esté tan obsesionada en el sexo y olvide los temas centrales del país.
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