Por Nidia Marín
El agente naranja no tiene medida (tampoco nuestro vector mexicano). Es soberbio, mitómano, lesivo y puede ser mortal.
No habían pasado más de 48 horas del retorno presidencial a México, cuando allende el Bravo, para ser más precisos en Florida, el bocón número uno, dio marcha atrás a los hipócritas apapachos hacia el mandatario mexicano, para mostrar una vez más su verdadera personalidad: racista, supremacista y nativa del rancho de López Obrador. Hay un anhelo: que ambos se queden en aquel rinconcito chiapaneco por toda la vida.
La realidad es que los cariñitos verbales quedaron en el pasado, cuando aquel señaló con gran convencimiento que el muro había frenado no solamente el ingreso de migrantes, sino también la “inundación”, dijo, de Covid-19, como si su patria, no fuera la más contagiada del mundo.
Aquí penetra la pregunta quien fue primero. No se trata de hablar del huevo o la gallina, sino de los contagiados, ¿los de Estados Unidos o los de México?
Hay que recordar que en el vecino país el primer caso de Covid-19 se dio a conocer el 21 de enero en Washington. Asimismo, las primeras dos muertes por Covid-19 se registraron en el condado de Santa Clara, ubicada en el norte del estado de California. Una de ellas ocurrió el 6 de febrero y la otra el 17 del mismo mes; situación que desbancó a la víctima que tenía el primer sitio, la del Kirkland, Washington, el 29 de febrero.
En cuanto a México el subsecretario López-Gatell dio a conocer en su momento, el primer caso confirmado de una persona hidalguense infectada proveniente de Bérgamo, Italia. Después también se informaría de varios empresarios mexicanos (400), de diversas entidades de la República que habían viajado a finales de febrero a Vail, en Denver, en el estado de Colorado, del país vecino, donde se contagiaron. Algunos de ellos morirían posteriormente.
Así que el agente naranja miente, porque a estas fechas de julio, Estados Unidos continúa con el primer lugar de contagiados en el mundo con una enorme ventaja, ya que sumaban al domingo pasado 3,282.554 infectados, de una población de aproximada de 328 millones, es decir más del 3.5%, mientras que los muertos eran 135,066.
En México, a su vez, la suma era de 295,268 personas infectadas, poco más del 20% de los 129 millones de habitantes, esto es 2,7%, además de que los fallecidos eran ya 34.730.
Por lo tanto, este señor que va en picada en las encuestas para su reelección, después de sus regadas en las políticas de salud y los pésimos consejos para los estadunidenses, vuelve a las andadas para soliviantar a los racistas en contra de los migrantes y seguir con el pésimo negocio que es el muro, del que sólo se han beneficiado sus cuates, quienes por cierto hace tiempo que lo dejaron solo.
Pero bueno, de todas maneras, en esa visita a Estados Unidos (que hizo López Obrador a su compañero de tendencia política populista, que pretende atraerse a las clases populares, fundamentado en el movimiento ruso del siglo XIX, el ganador fue Marcelo Ebrard, porque al final se tocaron otros temas que sí son de importancia para ambas naciones.
En ese sentido fue bueno, pero habrá que ver ahora como le hacen con los demócratas si ganan. Mientras ellos están que trinan por el viaje. Veremos que acciones desarrollarán para seguir arriba en las encuestas y continuar tupiéndole al racista.
Y ya se verá, además, si entonces desde la cancillería tejen fino para que no haya niño ahogado en el triunfo electoral de los Estados Unidos, sobre todo porque es conocido que Marcelo Ebrard es amigo de los republicanos, como Colin Powell, secretario de la Defensa de Georges W. Bush y del exalcalde de Nueva York, Rudolph “Rudy” Giuliani, autor de la política de seguridad “cero tolerancia”, que el propio Ebrard estableció en la Ciudad de México, con pocos buenos resultados, cuando fue titular del gobierno capitalino.
En fin, ya falta menos para saber de que tamaño es la bilis tras el triunfo del que sea Joe Biden o Trump.