Por Jesús Michel Narváez
Bravucón de barrio. Fanfarrón de cantina. Matasiete. Camorrista callejero.
No hay otra forma de definir al presidente cuando expresa: “Es conmigo, no con ellos”.
Utilizando el púlpito instalado en el Salón Tesorería, el habitante de Palacio Nacional, señaló tajante: “Es conmigo no con ellos, mi esposa no va a ser candidata a nada, ella no es primera dama, es una mujer independiente y con criterio, lo que ella expresa es lo que piensa y yo no censuro, no limito su libertad, porque la han emprendido en contra de ella, en contra de mi hijo”.
“Es conmigo, yo soy el que está conduciendo el proceso de transformación… Me siento orgulloso, además no estoy solo, somos millones de mujeres y hombres que están hartos que una minoría se sintiera dueña del país, que México fuese país de unos cuantos, que no contara, que se humillara, que se robaran el dinero del pueblo, vamos a seguir adelante”. insistiría.
Vamos por partes. Nadie se refirió a sus equívocas acciones, no por lo menos en el tema que aborda. Sí, su esposa se convirtió en tendencia por su ausencia de sensibilidad, de decencia, de cordura.
Y, como dicen los valentones: el que se ríe se lleva.
El presidente López señaló a sus opositores, cómo no. Les espetó: soy yo quien conduce el proceso de transformación del país.
Confundir la gimnasia con la magnesia parece ser la línea mental de quien lleva la investidura presidencial.
Si su esposa se mete en el Twitter y se involucra en diálogos que termina abruptamente cuando no le agradan las respuestas, nada tiene que ver con la 4t. ¿O sí?
Y si la señora “…es una mujer independiente y con criterio, lo que ella expresa es lo que piensa y yo no censuro, no limito su libertad…” no hay razón para salir con la investidura presidencial a echar bronca. Ni aunque se lo pida la señora con lágrimas en los ojos. ¡Que se defienda sola!, porque ya no hay Estado Mayor Presidencial.
Como mujer independiente y libre en sus expresiones, sabe en qué se mete y no necesita ayuda de su esposo. Bueno, eso se supondría de una investigadora de “tiempos completo” y cuyo desarrollo personal y profesional nada tienen que ver con que su marido sea el Presidente de México.
Por tanto, se vuelve urgente que Andrés Manuel López abandone la posición de bravucón y se coloque en el papel para el que fue elegido por el “pueblo bueno: el de gobernante no el de matasiete.
¡Ya bájele una raya a su piel de tigre!
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