Por Miguel Tirado Rasso
Con un desairado mitin, en Tulsa, Oklahoma, EUA, el Presidente Donald Trump reanudó su campaña rumbo a las elecciones presidenciales del 3 de noviembre próximo, en busca de su reelección. El evento, constituyó el primer acto multitudinario del mandatario norteamericano, después de tres meses de receso de campaña, por razones pandémicas. Un reencuentro con sus seguidores poco feliz, pues el acto quedó muy lejos de las expectativas de un Trump, que, por primera vez, perdió estilo y figura tras el evento, según imagen oportuna de un paparazzi, y un tache para su equipo de campaña, que no supo armar el acto que era de esperar para la reaparición de un presidente en campaña, particularmente necesitado de espectacularidad. Fallaron cálculos y eficiencia y se incurrió en exceso de confianza. Se habló de un millón de solicitudes de registro para el evento. Calcularon una asistencia de 100 mil personas y prepararon un gran escenario para darles cabida, afuera del Centro BOK, cuya capacidad era muy reducida, 19 mil asistentes. Pero resultó que este Centro sólo se ocupó en una tercera parte, 6,200 asistentes, dando un triste espectáculo de lugares vacíos. Un auténtico desastre, como lo calificaron funcionarios de la Casa Blanca.
Entre las causas del fracaso se señalan la participación de miles de jóvenes usuarios de las redes sociales TikTok y K-Pop, que ordenaron boletos sin la intención de asistir, para asegurar asientos vacíos. El desatino en celebrar un evento multitudinario, en plena pandemia, por los riesgos de propagación del Covid-19, en el país con más casos de contagio y muertes en el mundo. Además, una mala fecha y un lugar equivocado para celebrar el mitin, en momentos de gran tensión racial, precisamente en donde y cuando se recuerda lo que se considera el peor incidente de violencia racial en la historia de los Estados Unidos, cuando, en esa ciudad, en 1921, fue masacrada la comunidad negra más próspera del país, conocida entonces como “Black Wall Street”.
Sin ánimo de autocrítica, el jefe de campaña de Trump y responsable del evento, Brad Parscale, culpó a los medios de difundir noticias falsas sobre la Covid-19 y las protestas, para alejar a la gente del mitin. Además de acusar a la organización “Black Lives Matter” (Las Vidas Negras Importan), un movimiento que apoya las protestas raciales en el país, de atacar a los seguidores del Presidente, afuera del pabellón de Tulsa.
La realidad es que este fracaso habría que analizarlo con más detenimiento, y no lanzar, simplemente y una vez más, culpas a sus tradicionales opositores, porque, aparte de los errores en la organización del mitin y de los factores externos que hayan influido en la escasa asistencia, hay un foco rojo que debe estar preocupando bastante al equipo de campaña del Presidente. A cuatro meses de la fecha de las elecciones, los números en las preferencias electorales no favorecen al magnate neoyorquino.
El que, hasta hace sólo cuatro meses, se veía imponente e invencible, muy por encima de sus competidores demócratas, y cuya reelección parecía un paseo por la Alameda, el Coronavirus y los enfrentamientos raciales, principalmente, se están convirtiendo en el Waterloo de Donald Trump. Su desempeño frente a estos fenómenos no ha sido afortunado y, lejos de corregir rumbos, su arrogancia y displicencia se lo impiden, insiste en su particular estilo de gobernar, por lo que, su popularidad, a diferencia de la pandemia, se ha aplanado, y tiende a descender.
Su contrincante demócrata Joe Biden, reapareció con mejor suerte, pues, a pesar de su ausencia en medios públicos durante estos últimos meses, las encuestas muestran un aumento en la diferencia de preferencias respecto del Presidente Trump. Ahora se habla de una distancia de hasta 13 puntos, según la encuesta Reuters/Ipsus. Y, lo que parecía que afectaría a Biden por su ausencia en el escenario político, lo compensó una sobre exposición desafortunada con decisiones poco acertadas, en momentos críticos, de su rival republicano.
De acuerdo con esta encuesta, 57 por ciento desaprueba la labor del Presidente, aunque 38 por ciento, lo aprueba. El jefe del Ejecutivo está perdiendo puntos hasta en su propia base de apoyo, pues su aprobación entre los republicanos cayó 13 puntos, de marzo a junio. Las cosas, pues, no están en su mejor momento para el presidente candidato y, el tiempo opera en su contra. De seguir esta tendencia, no habría que descartar una sorpresa desagradable en el futuro político de Mr. Trump.