Kramer Contra Kramer: Desunión en el Periodismo Mexicano

Frontera Norte Ciudad Juárez

*La Ejecución de Periodistas y la Sospecha que se Queda

*Son Como “Halcones” Para un Sicario y su “Trabajo”

*Actualmente hay Ajenos en el Nivel de los “Influencers”

*Decir Malas Palabras Pareciera ser la Nueva Estrategia

*Observatorio Laboral: 167,652 Ocupados en tal Ejercicio

Por Rafael Navarro Barrón

Hoy como nunca el periodismo vive uno de los más agudos riesgos en la historia de México. Como una macabra paradoja, en las filas de los comunicadores del país, se puede advertir el clásico enfrentamiento de aquella memorable película titulada “Kramer contra Kramer”.

La sociedad está expectante todos los días, determinando, discerniendo, cuál de los dos extremos en la pugna periodística se adjudica la verdad por intentar cumplir el rigor informativo.

La prensa está desunida, hay periodistas traicioneros, en ella milita una gran cantidad de seudo periodistas que tienen habilidades para escribir, para hablar al micrófono, para dirigirse a una cámara de televisión y redes sociales, para decir estupideces a nombre de la libertad de expresión, pero carecen del ingrediente principal, que es el ayudar a la sociedad a entender el conflicto social, político y económico que está en pugna. Lo deseable es que lo opinable tenga el peso del rigor periodístico y contenga un mínimo de investigación que lo convierta en exclusivo.

En la mayoría de las investigaciones periodísticas, sobre todo en las relacionadas con la ejecución de periodistas, siempre queda la sospecha de que alguien del gremio “puso” a su compañero; sucede igual que en las filas policiacas. Agentes corruptos que trabajan al lado del crimen organizado y desorganizado, sirven como “halcones” para que los sicarios puedan hacer su trabajo.

Así está la prensa en estos días. Se ha polarizado y, para equilibrar, los medios de comunicación han creado seudo opinantes que proceden de partidos políticos o corrientes ideológicas y que llegan a creerse informadores, comunicadores, reporteros, periodistas, editorialistas y hacedores de la opinión pública porque llegan a adquirir, incluso, el nivel de ‘influencer’.

Decir malas palabras frente a la cámara que graba para la televisión o las redes sociales, o en una entrevista radiofónica, representa la nueva estrategia de comunicación. Quien lo hace se vuelve popular y más si refiere un concepto crítico contra los que gobiernan o ejercen un poder en un sector de mexicanos que se identifican con su posición política o se divierten con las mentadas de madre que lanza al presidente, a los gobernadores y a quien se le ponga en frente.

De acuerdo con el Comité para la Protección de Periodistas, más de 42 colegas han sido asesinados en México desde 2006, haciéndolo un país tan peligroso para los periodistas como Afganistán. Desde el 2000, han sido asesinados 80. Otras fuentes afirman que más de 300 han sido muertos desde 1980 en México. La cifra total al 2020 está por llegar a los 150.

En el sitio web del Observatorio Laboral Mexicano se sostiene que 167 mil 652 mujeres y hombres se ocuparon en la comunicación y el periodismo en todo el país; que sus ingresos mensuales en promedio son de 10 mil 275 pesos y que, apenas 3 de cada 10 (32.6 %) desempeñan tareas relacionadas con lo que estudiaron.

Y aquí está el conflicto principal. Cómo depurar, por lo menos bajo un estricto esquema de análisis, lo que es periodismo y lo que no lo es. En qué momento las personas que escriben en un medio de comunicación se les puede llamar periodistas o si clasifican en un esquema de personas que opinan, sin que esto confunda a la opinión pública que, de pronto los vea como parte de nuestro gremio.

Se tiene que aclarar que una parte de la tarea de informar es el nivel ortográfico y otro es el nivel de la argumentación. El “copy-paste” es un elemento que cobra una relevancia esencial en el tiempo moderno. La verificación de datos en Google o en cualquier otro buscador, es distinto a la utilización de la práctica de copiar como una forma útil de redacción adjudicándose lo que uno no crea.

Citar a filósofos, pensadores o frases que la historia utiliza, es un elemento más de la exposición, el problema es cuando somos superados por esas ideas frente a las nuestras.

Por eso hay discursos que salen del contexto social. El gremio periodístico no se divide en liberales y conservadores. Los reporteros, como todo ser humano que ejerce una profesión, van definiendo lo que intenta ser o representar en su carrera. Muchas veces no nos damos cuenta de lo que terminamos siendo en nuestra misión de comunicadores.

Lo que sí es cierto es que en el gremio periodístico sabemos muy bien “quién es quién”, así como ocurre con los médicos, con los abogados, con los arquitectos. Los policías, los tránsitos, los ministeriales, saben perfectamente quién es corrupto, quien ‘agarra dinero’ o anda en malos pasos (con el crimen organizado). Lo mismo ocurre en el periodismo. Nadie nos engañamos.

El problema surge cuando el periodista empieza a vivir en riesgo, porque el compañero de trabajo o de gremio, pone en peligro a alguien del gremio, como está ocurriendo en la actualidad. Es el Kramer contra Kramer que refería al principio.

Las guerras intestinas en los medios de comunicación, son tan comunes como los que ocurren en un hogar disfuncional. Ocurre lo mismo con las jefaturas de prensa, donde se contrata a un periodista que en pocos días se transforma en un discípulo de Tomás de Torquemada.

La prensa, en sí, vive una de sus peores crisis y su reordenación es imposible mientras intereses económicos, ideológicos, políticos y delictivos estén de por medio. Por eso el batidero que observamos a diario, con artículos incapaces de ser leídos y, muchas veces, censurables.

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