Por Jesús Michel Narváez
A lo largo de sus campañas y de su vida política, Andrés Manuel López se llenó la boca al profesar sus “convicciones” de no mentir, no engañar y no robar. De lo último no se tienen pruebas sí sospechas porque jamás pagó impuestos, no tuvo trabajo durante casi 10 años cuando el INE le dio el registro de Morena y tuvo acceso a las prerrogativas públicas. Es decir, no hay claridad en el manejo de sus recursos, porque confirma no tener una cuenta bancaria, carecer de tarjetas de crédito y solamente trae en su cartera 200 pesos.
Del engaño y la mentira había muchas pruebas. Siempre desmintió y aseguró que su ideal es no mentir, no engañar y no robar.
¿Cómo se le llama, en buen español, cuando alguien afirma que una decisión fue tomada por su gabinete de seguridad y no por él?
El argumento que se utilizó el 17 de octubre del año pasado para dejar en libertad a Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo y a quien elementos del Ejército habían detenido en un restaurante ubicado en el sótano de un edificio en Culiacán, fue que el gabinete de seguridad tomó la decisión después de valorar lo que podría ocurrir: la muerte de civiles.
La decisión la asumió el gabinete de (in)seguridad por la ausencia del Presidente quien se encontraba de gira en el estado de Oaxaca y estaba incomunicado al fallar el equipo del teléfono satelital. El propio Presidente López reconoció que fue el gabinete de (in)seguridad el que tomó el camino que salvó decenas de vidas.
Ocho meses y 48 horas le tomó al Presidente admitir que mintió, que engañó a los mexicanos que dice gobernar. Lo hizo en Morelos en donde andaba rompiendo el protocolo de salud. Lo dijo así: “Yo ordené que se detuviera ese operativo y que se dejara en libertad a este presunto delincuente”.
¿Por qué hasta ahora reconoció la mentira y el engaño?
En sus conferencias matutinas desde el púlpito presidencial reiteró una y otra vez que la responsabilidad de haber dejado libre al criminal –con quien presumiblemente se reunió durante su gira por Badiraguato el 29 de marzo ya en plena restricción sanitaria por el Covid-19- Guzmán cuando existe una petición de extradición fue del gabinete de (in)seguridad.
Sorprende el cambio de narrativa. Mancha su blanca talega y su aurea corona de santidad en donde no se permite la mentira, el engaño o el robo.
Dicen los abogados: a confesión de parte, relevo de pruebas. El Presidente López confesó haber engañado y mentido a la población. “Yo ordené que se detuviera ese operativo y que se dejara en libertad a este presunto delincuente”.
¿Es un acto de contrición o una nueva cortina de humo?
Como fuere, la mentira y el engaño acompañarán al impoluto e inmaculado Presidente López por el resto de sus días… que esperamos sean muchos si vive en su finca de Palenque, porque en Palacio Nacional la humedad y los fríos no son recomendables después del 31 de agosto de 2024.
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