Por Gerardo Lavalle
Ha sido su frase más repetida: por el bien de todos, primero los pobres. Y por supuesto los adultos mayores tienen “prioridad” en la 4t.
Sin embargo, la construcción del Tren Maya –una de las cuatro joyas de la corona presidencial- arroja a los ancianos y pobres que habitan a la vera de la vía en Campeche.
Cuando Andrés Manuel López Obrador se preparaba para dar el “banderazo” de su oropelesca obra que dañara la Selva y contaminará la zona indígena, Una jueza admitió la demanda que personas de la tercera edad presentaron contra la orden de desalojo y reubicación que, aseguran, pondría en riesgo su salud ante la pandemia. La juzgadora recibió la instrucción de un Tribunal Federal para “suspender la implementación y ejecución de los trabajos para el proyecto turístico en Campeche durante la emergencia por el Covid-19”.
El presidente había pedido permiso –una mera formalidad. Él hace lo que le viene en gana- al Consejo de Salubridad General para tremolar la banderita que diera inicio a las obras del Tren Maya.
El caso es que personas de la tercera edad promovieron una demanda en contra de las obras correspondientes, contra la orden, sí leyó usted bien, ORDEN de desalojo pedida y autorizada por Fonatur, la institución que tiene a su cargo la concesión del Trenecito por un lapso de tres décadas.
En el resolutivo de la jueza se establece: «En el marco de la ejecución e implementación de los trabajos para el proyecto turístico durante la pandemia generada por el virus SARS-COV2, ha lugar a conceder la suspensión para efectos de que tales actos no se ejecuten en forma presencial durante la contingencia sanitaria existente para evitar riesgos de salud».
Así que mientras dure el Covit-19, nanay con eso de empezar en la zona turística de Campeche.
Sí, primero los pobres y ancianos. Ajá.