Un Tren nos Está Arrollando y… Regresará

Por Nidia Marín

No sé si es un “borrego” -como calificamos los periodistas a las noticias falsas- o es una verdad surgida de la investigación científica lo dicho por el patólogo italiano, Guido Silvestri, titular del Departamento de Patología de la Universidad Emory, de Atlanta, Estados Unidos, respecto del retorno del Covid-19 a México a fin de año.

Es mejor creerle, porque de acuerdo con las pandemias y las epidemias siempre hay el retorno de los brujos, como ocurrió en España en mayo de 1918 con la Gripe Española y su rebrote en el otoño siguiente o también como sucedió con la Influenza AH1N1 en México, que inició en marzo y la siguiente ola llegó en octubre. Queda claro pues que, en las epidemias hay oleadas sucesivas.

Nuestra realidad es que todavía no pasa el cabús del tren coronavírico que arrolló a la humanidad cuando, en el caso de México, ya nos avisaron que ya calienta sus motores de 2,500 caballos de fuerza y 200 vagones, para regresar en el invierno de este año.

Por ello, habrá que impulsar y respaldar a los instituciones internacionales Organización de las Naciones Unidas y Organización Mundial de la Salud, respecto de las medidas adoptadas para acelerar el hallazgo de una vacuna.

Sí, la OMS está trabajando con asociados de todo el mundo para acelerar la investigación y el desarrollo de una vacuna segura y eficaz y garantizar un acceso equitativo a los miles de millones de personas que la necesitarán.

Sin embargo, señala la organización, incluso con un proceso acelerado, el desarrollo de una vacuna contra la COVID‑19 llevará tiempo. Y nosotros consideramos que peor se está poniendo cuando estamos observando en el mundo, sobre esa vacuna, una lucha similar a la carrera armamentista entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética entre 1945 y 1989, o la carrera espacial entre ambas naciones también entre 1955 y 1975. Hoy los competidores son muchos más.

Ante ello, actualmente, dice la OMS, las medidas de precaución son esenciales para ayudar a mantenernos a salvo de las enfermedades, incluidas aquellas para las que ya disponemos de vacunas para niños y adultos.

La cobertura de vacunación mundial, explica, está todavía lejos de la cobertura del 95% necesaria para proteger plenamente a las comunidades contra los brotes de estas enfermedades prevenibles mediante vacunación.

Por cierto, la ONU en octubre próximo cumple 75 años, después llegarían todas sus derivadas, hoy preocupadas y ocupadas en ser efectivas para ayudar a la humanidad.

Pero como siempre en la vida, hay irresponsables que no ayudan, pero si estorban. Es el caso del puñado de dirigentes populistas y populacheros a quienes es necesario frenar de alguna manera.

Sugerencias hay muchas. Por ejemplo, hace varios siglos cuando los hombres se iban a la guerra colocaban un cinturón de castidad a su esposa, se llevaban la llave y si morían en batalla el ganancioso era el herrero. Hoy que están de moda los “tapabocas”, los especialistas deberían elaborar bozales de hierro forjado, con doble cerradura y mecanismo tipo caja fuerte y tirar las llaves y la combinación numérica en el cráter del Popocatépetl.

Así se evitaría que esos dirigentes digan estupideces y causen grave daño a todo el trabajo realizado por médicos, científicos y buenos funcionarios públicos en materia de credibilidad de lo que ocurre y el cumplimiento de parte de la población de las normas sanitarias.

Algunos pobladores son suertudos, como los estadounidenses porque allá el agente naranja (sí el que exhortó a los ciudadanos a inyectarse desinfectante) como las oscuras golondrinas no volverá, porque a menos que estén locos los gringos lo reelegirían.

Mientras, otro tipo absurdo por ahí decía que se podía matar el coronavirus con un secador de manos y uno más, aseguró que rociando todo el cuerpo con alcohol y cloro o enjuagándose la nariz con soluciones salinas, o comiendo kilos de ajo (aunque se logre que los demás no se contagien porque no se acercan, sino corren), o bañándose en agua nieve o en agua hirviendo y mucho menos conteniendo la respiración.

Esos dirigentes de países no son estadistas.

Sí, suertudos que son allende El Bravo, porque nosotros todavía tendremos que cargar durante tres años, con la peor cruz de nuestra historia moderna.

Esperen por favor, voy a secarme una lágrima… pero de ira.

 

 

 

 

 

 

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