Al menos nueve personas murieron este martes en un tiroteo perpetrado por una persona que se ha dado a la fuga en Baakline, una pequeña localidad situada al sureste de Beirut, por razones todavía desconocidas.
Según la Agencia Nacional de Noticias libanesa (ANN), cinco de los fallecidos serían sirios y el resto libaneses, en un crimen en el que el autor usó una escopeta y un fusil kalashnikov.
De acuerdo con la cadena de televisión LBCI, la matanza habría comenzado en un edificio en construcción donde una familia de cuatro personas, dos de ellas niños, habrían muerto.
El alcalde de Baakline, Abdullah al Ghusaini, declaró al diario «Al Nahar» que «los motivos del crimen no se conocen, pero que la ubicación en la que ocurrió el crimen incluye viviendas para trabajadores sirios».
Añadió que las primeras indicaciones apuntan a que hubo «una disputa entre los trabajadores sirios», lo que llevó al tiroteo, que mató a miembros de una familia siria que no tenían nada que ver con el tema y a un joven libanés que fue al lugar para ver qué estaba pasando.
El primer ministro libanés, Hasan Diab, informó en un comunicado de que nueve personas han muerto, en lo que consideró como «un crimen horrible» y llamó a iniciar una investigación para conocer las circunstancias del suceso.
En el Líbano viven casi un millón de refugiados sirios, según cifras del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que huyeron de la guerra de su país, iniciada en 2011, y a los que algunas agrupaciones políticas acusan de ser una «carga» para este país de seis millones de habitantes.
A pesar de que la mayoría de las familias libanesas cuentan con armas de fuego en sus hogares, usadas para disparar durante celebraciones, son muy raros los crímenes de esta magnitud.