*Posiblemente Veremos Algo Peor a los Errores de Diciembre de 95
*Las Salidas Oficiales no son muy Creíbles Para Buena Parte del Pueblo
Por Jaime Contreras Salcedo
Los adherentes al gobierno actual insisten que para mediados o finales del mes entrante –incluso, el propio político tabasqueño vaticinó que pudiera ser el 10 de mayo- iniciaría el levantamiento de la contingencia sanitaria que tenemos, por aquello de la pandemia del nuevo coronavirus.
Opositores apuntan, por contra, que en el escenario más bonancible veríamos el principio del regreso a la “normalidad” a inicios de julio, con un pequeño problema adicional: estaríamos en el centro de la caída de la actividad económica nacional –y global, se entiende-, con especial acento en sectores intensivos en mano de obra, la informalidad, así como un daño mayor a empleo, inversión y producción.
¿Hay o habría términos medios? Lo dudamos. De entrada, analistas, instituciones financieras multilaterales, bancos foráneos y nacionales, así como consultores de toda ralea han subrayado que, dentro de Latinoamérica, las economías más grandes como la de México, Brasil y Argentina, no podrán salir fácilmente del socavón que se origina a paso acelerado y del que no se le vislumbra siquiera un piso aproximado. Podrían ser peores. Las estimaciones son ociosas porque se vuelven aventuradas y no hay estabilidad todavía, y aquí parafraseamos al propio Presidente López Obrador queriendo desestimar lo que proyectan “los conservadores” o “los banqueros tradicionales”.
Muchos se preguntan por qué el discurso oficial pretende ignorar o soslayar lo que ya se está presentando en nuestro país. Más allá del disparo en las cifras sobre el Covid-19, también se están incrementando exponencialmente los números descendientes de otras plagas, tan nefastas como la corrupción: mucho mayor endeudamiento de particulares y empresas; caída en moratoria de no pocas entidades privadas y, desde luego, de los pequeños, medianos y micro acreditados; bajos o nulos ingresos vía inversión; pese a los anuncios oficiales, sequedad de financiamiento, incluso de la banca de desarrollo –son negocios, al fin y al cabo, no hermanas de la caridad-; despidos masivos, incluyendo, nos enfatizan, los de aquellos lugares en donde se lava dinero, usted póngale el giro que considere pertinente.
No hay vuelta de tuerca, no hay giro de timón, no se espera, pues, que los agentes económicos se despierten de un día para otro afirmando que los programas oficiales apuntan a una salida del laberinto del fauno en el que nos encontraremos, y hablamos de unos tres meses, a lo sumo, insistimos. Lo que si habrá será una embestida contra todo lo que parezca crítica, sea severa, velada o simplemente dicha. Los oídos se cerrarán frente a lo que se denominará, ya se denomina, “ola del conservadurismo enojado y desesperado”.
Los chistes de pedir adelantar la revocación de mandato, decir que el pueblo manda y otras linduras se repartirán como pan caliente en las benditas redes y se buscará acallar voces disímbolas, bajo el argumento de que no habrá marcha atrás en lo que el pueblo bueno y sabio está disponiendo y que la reacción, ya lo dijo Juárez, moralmente no alcanzará jamás el triunfo. Por decirles alguna frase novedosa e ilustrativa.
Dicen del lado gubernamental que una vez pasada la pandemia a nivel nacional, veremos una pronta recuperación, porque el TMEC empezará a dar resultados inmediatos; los precios internacionales del petróleo subirán más rápido que la espuma; las exportaciones de toda índole inundarán los mercados globales; aunque al final del recorrido ni siquiera las remesas se incrementarán por la simple y sencilla razón de que ya no hay tanto mexicanos productivos que puedan enviarlas, y menos de un país en donde también hubo muchos caídos en el campo de batalla del Covid-19.
¿El Apocalipsis ahora? Profetas del desastre, calificarán algunos en clara alusión a los tiempos de Jolopo y sus secuaces, o bien, “espejos negros de Tezcatlipoca”, para acentuar la fuente. Pero vale más amarrarse el dedo, y muy fuerte, porque vemos muy pocas voces prefigurando el día después, cuando el destino nos alcance, y entonces sí, acorde con el clásico, en el mediano plazo ya estaremos todos muertos.
Pero saldremos, la historia nos lo demuestra.
Poner las cosas en perspectiva, con manzanitas y toda la cosa, no será nada sencillo para este pueblo bondadoso y conocedor, que sigue saliendo a las fiestas de fin de semana; que en el caso de la clase media se niega a frecuentar a los amigos o la familia; y ni modo de obligar a 2.5 millones de usuarios del Metro, por darles un dato que hoy viajan día a día, que desde ya no lo hagan; o que dejen de (mal) trabajar a quienes viven el día a día, o no habrá comida para la siguiente jornada.
Buena parte de nuestros amigos lectores, los dos o tres además de la familia, no sufrieron en carne propia lo ocurrido en la última década en este sufrido país. No tienen la más pálida idea de lo que sobrevendría en un escenario de crisis económica, además de la sanitaria. Les recomendaríamos leyeran o vieran lo ocurrido entonces, pero ya sabemos que eso de la lectura y preparación no es precisamente lo suyo. Menos en tiempos de las benditas redes sociales, donde se da cabida a las versiones más inverosímiles, por estúpidas que parezcan o sean.
Por lo pronto, estas Lascas Económicas se mueven en campos distintos para decirle a la gente que se mantenga en su casa y en su talla, y que no se tire a la hamaca no solo en estos tiempos de Covid-19 sino en lo que resta de un año que se antoja como para olvidarlo, y eso que apenas estamos en la tercera semana de abril. Otras piedras rodantes opinan lo mismo. Y le esperan con toda calma, sí, en este mismo espacio, pero la semana entrante. Jacs95@hotmail.com.