Herencias del Pasado

Las Revueltas de Silvestre

Por Silvestre Villegas Revueltas

¿Cuál es el denominador común del pleito respecto a la construcción de la cervecería en Mexicali, la construcción del aeropuerto en Texcoco, la construcción del tren elevado México-Toluca-México y la construcción de exclusivos desarrollos turísticos en Punta Mita, Nayarit, amén de un genuino rosario que cubre multimillonarios proyectos en la industria petrolera, las carreteras concesionadas en el Edomex, en la industria eólica y un largo etcétera? Todas ellas fueron aceptadas, avaladas, concesionadas y apropiadas en negociaciones muy oscuras, y por definición corruptas incorporando a una pléyade de políticos/empresarios que a partir del 2001 y a pesar de la alternancia del partido político en la presidencia de la república aumentaron a niveles indecibles el saqueo de la nación. Fueron operaciones científicamente concebidas para sacar el mayor provecho para los inversores, fueron diseñadas para que en caso de litigios a futuro fuese casi imposible retrotraer la inversión o mandar a la cárcel a los defraudadores profesionales. Un ejemplo patético de semejante contubernio criminal -porque debido a muchos accidentes viales ha habido muchos muertos- es el caso del Circuito Exterior Mexiquense: mal diseñado, costos infladísimos para su construcción, muy caro para los automovilistas que tienen la desgracia de utilizarlo y donde confluyeron, como ya dijimos, los intereses de políticos/empresarios mexicanos y extranjeros (OHL-Aleatica).   Quien no quiera verlo, no solamente se engaña a sí mismo sino peor, pretende engañar no a sus semejantes sino a la población que no se chupa el dedo, aunque para algunos y por desconocimiento del enorme/diverso México real, éste -el pueblo- intuye los robos, porque no son otra cosa que se cometen en contra de sus intereses. Privatizar una playa, apropiarse de los recursos hídricos de la cuenca del Río Colorado (ver tesis de la Universidad de Essex y estudios sobre la salinización, desertificación y contaminación de las fuentes acuíferas que rodean a Mexicali elaboradas por la UABC), o bien en el caso de PEMEX: primero quebrarla y luego apropiarse de sus funciones sustantivas. Los anteriores ejemplos y muchas otros, como el regodearse por parte de empresarios y políticos mexicanos de los miserables salarios pagados a los trabajadores y que son resultado directo de la manera en que se conducen las empresas que llevan a cabo el outsourcing, todas las acciones evidencian mes a mes un torrente de excremento, cuyo único significado es el consciente desfalco a los intereses de la república y de sus habitantes. Ello debe ser perseguido, juzgado y penado.

Lo sucedido en pasados sexenios no quiere decir que en el actual mandato de López Obrador todo sea de una transparencia prístina.

En la actual coyuntura del coronavirus, pasado y presente  se unen como la lucha entre una célula sana  y una célula infectada o metamorfoseada por el cáncer. Tengo diversos conocidos que de décadas atrás han trabajado en el sector de la medicina de gobierno y que por las tardes procuran su ingreso mensual en los hospitales del sector privado. Desde que me interesaron los problemas de la agenda nacional ya décadas atrás, la queja recurrente de los médicos, enfermeras y afanadores del sector oficial fue y sigue siendo: no hay recursos, las instalaciones están defectuosas, estamos sobresaturados, pero también, existen los compadres que en medio de la carestía generalizada han hecho y siguen haciendo su agosto. Cuando todavía eran las “épocas doradas de PEMEX” o sea cuando el gobierno federal, el sindicato petrolero y los concesionarios privados esquilmaban y hacían inviable a la petrolera, el sanatorio de PEMEX en Picacho, Ciudad de México, o sea la joya de la corona de su sistema hospitalario y donde tuve la oportunidad de visitarlo mostraba una serie de carencias: sabanas rotas, instrumental quirúrgico escaso, plafones rotos, ambulancias sin recursos, etcétera. Me dio mucho coraje porque en aquellos días el entonces IFE peleaba por cantidades millonarias para su funcionamiento y ahora bajo el marco del INE sabemos que otorgar un registro, léase concesión para otro nuevo partido (os) políticos, le cuesta a las finanzas públicas cientos de millones de pesos y el hospital de Pemex en Villahermosa se está cayendo (investigar su actual deficiente administración). Asimismo, y hablando de los presupuestos públicos, porque en los últimos sexenios se fueron creando toda una pléyade de institutos disque autónomos que arroparon a una burocracia de elite con sueldos altísimos. Yo sí aplaudo que el gobierno de López les haya bajado los sueldos, y los haya amenazado con hacerlos redundantes como el caso del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Mariano Rajoy en España le rebajó a toda la burocracia 30% de sus sueldos y los iberos se fajaron).

En fin, pareciera, de acuerdo a lo que reproduce la mayoría de los medios de información que México antes del 2018 era una Finlandia latinoamericana, que sus políticos actuaban como sus pares de Nueva Zelanda, que sus empresarios tenían genuinamente una visión burguesa como la de los holandeses, que el sistema hospitalario y los precios en la compra de medicamentos eran  transparentes como lo que sucede en Canadá. Pero no. Somos en el 2020, incluido lo que hace y deja de hacer el presidente López Obrador, el resultado de un país que al menos en el último siglo de su existencia ha tolerado una serie de acontecimientos que han quedado impunes. Tres ejemplos: nadie le pidió cuentas al alemanismo por un sexenio señalado de corruptelas. ¿Quién ideó y por qué sucedió el asesinato de Colosio? ¿por qué se propició y quiénes son los beneficiarios del megafraude llamado Fobaproa? ¿Quiénes son los responsables del asesinato colectivo en Ayotzinapa?  Ejemplos hay muchos más y la gente sabe de ellos.

 

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