Por Gerardo Lavalle
Son los López. Y son dos.
El primero viola todas las normas sanitarias impuestas por el gobierno federal a través del Consejo Nacional de Salubridad.
El segundo clama: ¡Es la última oportunidad para México!
Un clamor que no es escuchado por el presidente de la república, quién desoyendo las recomendaciones sanitarias viaja a Nayarit, a Sonora y Baja California para realizar la “supervisión de..” y mantenerse cercano a la gente.
Pone en riesgo a miles de personas que acuden a los aeropuertos para realizar viajes a diferentes partes del país y. en mayor riesgo a quienes viajan en el avión que él utiliza, vuelo comercial porque le parece una ofensa al pueblo de México utilizar el fastuoso, lujoso, invencible avión presidencial.
Son los Lóipez de México. Los que tienen poder. El primero lo ejerce a plenitud e ignora lo que los técnicos, los médicos y los especialistas ordenan para frenar la epidemia del coronavirus. El segundo, con especialidad en epidemiología, lanza la alarma que no alerta de que la gente debe aislarse toda vez que solamente el 30% de la población ha entendido que el aislamiento es necesario y urgente para no ser parte de las estadísticas.
Al presidente no le importa si la gente se contagia… porque no se lava las manos con gel al entrar a las conferencias de prensa y porque insiste en realizar giras sin la protección necesaria, olvidando que es el Presidente de la República y que si enferma, su proyecto de gobierno quedará para la historia, pero no por el éxito sino por el fracaso.
Andrés Manuel López Obrador reta el coronavirus. Supone tener, con su fortaleza moral, el suficiente ejército para enfrentar el Covid-19. La realidad es distinta. Forma parte del grupo de la tercera edad y, por lo tanto es vulnerable aunque presuma de estar blindado.
Hugo Lopez-Gatell trata de que la ciencia sea escuchada y sus recomendaciones acatadas por quiénes pueden ser víctimas del enemigo qué ha doblegado políticas y gobiernos.
El López número uno, no reconoce la peligrosidad de la pandemia que afecta a 177 países del mundo, ha enfermado a más de 700,000 personas y cobrado la vida de 35.000 alrededor del mundo.
El López número dos clama en el desierto.
Son los López mexicanos.
