Las autoridades sanitarias en México enfrentan un enorme reto ante el número creciente de ciudadanos infectados de coronavirus, señala un artículo de El País.
El sábado, la Secretaría de Salud informó que suman en total 41 casos de COVID-19. El viernes la autoridad federal sumó 11 casos nuevos, y al siguiente día confirmó otros 15.
Ante un aumento significativo en el número de infectados de coronavirus en México, el gobierno ha decidido exhortar a las instituciones del sector público, social o privado a suspender temporalmente las actividades no esenciales a partir del lunes 23 de marzo; así como posponer los eventos masivos que congreguen a más de 5 mil personas.
Además, la Secretaría de Educación Pública informó que se suspenderán las clases en las escuelas desde el 20 de marzo hasta el 20 de abril. Informó también el establecimiento de un sistema de educación a distancia, sin dar mayor detalle.
No obstante, el principal reto que enfrenta México con el coronavirus está relacionado con su sistema de salud, que tiene un esquema complejo en cuanto a protocolos en caso de emergencia extrema.
Hasta ahora, los hospitales privados implementan normas internas para las pruebas, diagnóstico y tratamiento de enfermedades relacionadas con el COVID-19.
Por otra parte, el sistema de salud público se divide por centros médicos para distintos sectores de la población. De acuerdo con la afiliación de cada paciente o sus familiares, deben acudir a los hospitales del Instituto Mexicano de la Seguridad Social (IMSS), a los de las secretarías de Defensa y Marina, de Pemex, o a los del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSTE).
El Gobierno de México anunció además la entrada en vigor del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) para las personas que no cuentan con seguridad social.
Todos los casos positivos de coronavirus de Wuhan deben notificarse al Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (INDRE), que se encarga de ratificar las pruebas realizadas por las instituciones de salud públicas y privadas.
Francisco Moreno, encargado del área destinada para el COVID-19 en el hospital privado ABC, manifestó que el protocolo impuesto por el gobierno federal para notificar los casos de la enfermedad representa un problema de tiempo.
Manifestó además que el tiempo para avisar a los contactos de un paciente con coronavirus es fundamental, por lo que en el hospital se decidió que los nueve casos fueran confinados en sus casas y sus familiares y personas cercanas a ellos también.
Las pruebas a los contactos no se realizarán a menos que se presenten síntomas en un periodo de dos semanas.
Un médico del sistema público comentó por su parte que son los doctores los que toman la decisión de a quién hacerle la prueba. “Llegan pacientes sin síntomas y tenemos que dar prioridad a quienes presenten indicios claros, como dolor torácico o falta de aire causado por una respiración profunda, fiebre o respiración asimétrica”.
“Esto se va a poner muy feo en unas semanas, hay mucha histeria colectiva”, señaló una doctoral del sector privado. “Todo el servicio es un caos ahora mismo y llevamos así menos de una semana, en dos seguramente se vayan a saturar todos los hospitales, mucho más de lo que ya están”.