El coronavirus o Covid-19 amenaza con asolar a Latinoamérica, cuya resiliencia médica es sumamente débil ante una pandemia a la cual los científicos aún no hallan cura, por lo que solo queda usar la práctica preventiva más antigua y efectiva del mundo contra las enfermedades: lavar las manos con agua y jabón, pero ese es un gran problema en la región, advierte Luis Luján Cárdenas, sociólogo y especialista en Comunicación para el Ecodesarrollo.
América Latina posee una brecha social de ricos y pobres que se ensancha progresivamente. “Presenta la peor distribución de ingresos, donde el 28 por ciento de la población vive en la pobreza”.
Habitada por 629 millones de habitantes, 184 millones son pobres (y de ellos, más de 60 millones son extremadamente pobres); 31 millones no tienen servicios de agua y saneamiento, y la tercera parte de la población carece de acceso a la salud pública gratuita, según la Organización Panamericana de la Salud, explica.
El Banco de Desarrollo de América Latina ha señalado que “la calidad de las fuentes existentes se ha deteriorado por el vertido de aguas domésticas e industriales, y como resultado de las actividades mineras y agropecuarias, razón por la cual muchos cuerpos de agua están altamente contaminados”.
Esto explica, dice, que enfermedades extintas en países desarrollados subsistan en el territorio americano, como la lepra, el chagas, paludismo, dengue, oncocercosis, ceguera de los ríos, la peste, malaria, rabia, sífilis congénita y el tétanos neonatal.
La ingesta directa de agua de río, lago o manantial no tratada produce, además, males como el cólera, fiebre tifoidea, shigella, poliomielitis, meningitis, hepatitis, diarrea por parásitos, entre muchas otras consideradas “enfermedades de la pobreza”.
Esta realidad se debe a la singular geografía de la región, a la poca voluntad política de los gobiernos, la corrupción, el endeudamiento público, las economías primarias amorfas e informales, escasa inversión pública, sistemas médico y hospitalario débiles, que han profundizado la pobreza, la insalubridad y la marginación social y económica, especialmente en las zonas rurales y amazónicas.
Es por esa razón, concluye, que el Covid-19 tiene un escenario, por la carencia de asistencia y prevención médica oportuna y de calidad, además de que se cuenta con una limitada capacidad hospitalaria, profesionales médicos, camas y medicinas, a lo cual se suma que las condiciones de salubridad son sumamente débiles y la desnutrición es preocupante.
El coronavirus o Covid-19 constituye un gran reto, donde el agua y el saneamiento son esenciales, y donde se demuestra una vez más que el medio ambiente está ligado con todas las actividades humanas.