Arrastrándose Llegó a 91 años

A Vola Paso

Por Gerardo Lavalle

Hoy cumple 91 años de haber nacido. Y toda la fuerza que demostró durante 70, se fue diluyendo en los últimos 20 y ahora camina lerdo.

Padece esclerosis, sufre de amnesia, el párkinson lo atacó y el alzheimer lo amenaza. Le duelen los tobillos y sufre de angustia.

Nunca perdió hasta que perdió y con la derrota hasta el modo de andar le cambió. Siempre presumió de su fortaleza montando briosos corceles o viajando en el ferrocarril por largas horas; se modernizó y se subió a los aviones usados en la segunda guerra mundial y paulatinamente sea actualizó hasta que su representante usó uno nuevo que compró el opositor.

Sus hombres –porque hasta 1979 una mujer escaló el peldaño que faltaba para llegar a un gobierno- dirigieron el país como les vino en gana. Para eso contaban con el hoy adulto mayor que, para su desgracia, no reunió los requisitos para obtener la pensión universal.

Formado por la herencia de hombres fuertes, todos usaron el verde olivo y cinco de ellos lucieron las tres estrellas en sus quepís –antes no había más que tres-, asimiló las enseñanzas del movimiento social de 1917 y los puso en práctica por cuando menos cinco décadas, hasta que el mundo cambió y un gerente refresquero le asestó severo golpe a la mandíbula que lo dejó en la lona para la cuenta de 12 segundos… los 10 ya habían pasado.

Lo daban por muerto. Fue sometido a terapia intensiva e inducido el coma para que sobreviviera.

Difíciles 12 años observando cómo la parca se acerba… la burló y todavía está ¿vivo? Y pretende que haya festejo y se le recuerde como lo que fue y es: el PRI.

Para desgracia del partido, la carencia de líderes lo alcanzó. Y el desprestigio de su última pelea, que ahora se le conoce como tongo, no ha podido aminorarlo. Porque borrarlo es imposible.

Es el más viejo de los partidos nacidos en México si bien se ha hecho tres cirugías plásticas para verse joven. Sus colores nunca cambiaron hasta hace dos años, cuando nuevamente lo tiraron a la lona y se esfuerza por levantarse antes de los primeros 4 segundos que se cumplen en el 2021.

Está herido prácticamente de muerte, pero ha pedido nueva inducción al coma para desinflamar lo que queda de masa grisácea.

Se la quitaron sus militantes. Lo hicieron polvo. Y sin reconocerlo, mantienen viva la esperanza de que el partido vuelva a caminar, abandone le terapia y salga aunque sea en silla de ruedas.

Hay quienes dentro del PRI que el partido se llama Lázaro y resucitará a la tercera caída.

No es tan simple. Quizá con prótesis amarillas, azules, naranjas y hasta una que otra guinda vuelva a las andadas.

Por lo pronto, sabe que sus 91 años y el cúmulo de enfermedades que padece por transmisión de sus seguidores, no tiene muchas posibilidades de sobrevivir y espera pacientemente que la huesuda no lo haga sufrir más cuando le suelte el golpe mortal con su guadaña.

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