La Berlinale da el Oso de Oro a Irán con There is no Evil

El cine iraní levantó el Oso de Oro, esta vez con There is no Evil, un filme marcado por la ausencia forzosa de su director, Mohammad Rasoulof, en una Berlinale que sigue fiel al compromiso político, pero que empieza a marcar las pautas de su renovación.

La entrega del máximo premio a Rasoulof, entre frases de aliento al cineasta al que Teherán impidió viajar, recordaba inevitablemente a la edición de 2015, en que la sobrina de Jafar Panahi recogió el Oro por Taxi. Ambos filmes se rodaron burlando la inhabilitación para rodar dictada por las autoridades de su país.

La película -cuatro capítulos sobre otros tantos hombres que deben ejecutar condenas a muerte- no estaba entre las favoritas al Oro, en un festival que ha empezado a cambiar premisas para introducir más cine de autor.

Pero, por lo menos, el equipo de Jeremy Irons, presidente del jurado, trató de equilibrar el resto del palmarés con galardones compensados.

El Premio Especial del Jurado, Oso de Plata, se fue para el valiente alegato abortista de Never Rarely Sometimes Always, dirigido por Eliza Hittman, una película que impactó en el festival y cumplió las expectativas de apertura hacia el cine independiente de Estados Unidos.

El tercer premio en el escalafón fue para el surcoreano Hong Sangsoo, al que como es habitual en todo festival se esperaba con los brazos abiertos, y que ofreció una exquisita película de corte minimalista: The Woman who Ran.

Tampoco se olvidó el jurado de la única cinta que hizo reír de verdad al festival: Effacer l’Historique, una comedia de los belgas Benöït Delépine y Gustave Kervern, sobre seres enganchados al teléfono móvil, que ganó el Oso de Plata Especial creado para esta edición aniversario de la Berlinale, la número 70.

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