Documenta ‘El Fisgón’ la primera campaña de descrédito en México contra un presidente

De la historia tenemos que sacar las grandes lecciones de México, dice Rafael Barajas, El Fisgón (Ciudad de México, 1956), y para muestra presenta el libro El linchamiento gráfico de Francisco I. Madero, en el cual documenta uno de los capítulos más negros de la prensa en el país: la que es quizá la primera gran campaña de descrédito moderna del siglo XX, que culminó con un magnicidio.

Editada por el Fondo de Cultura Económica (FCE), la obra es un exhaustivo estudio del momento más lamentable e inexplicable de la prensa nacional, cuando, entre 1911 y 1913, con la libertad de prensa decretada por Madero, un gran sector de escritores y dibujantes de la prensa aprovechó esta garantía para desprestigiar al presidente revolucionario, se explica en la contraportada del volumen.

El linchamiento contra Madero, continúa El Fisgón en entrevista con La Jornada, “se da poco después de esa gran campaña publicitaria que fueron los festejos del Centenario, que buscaba equiparar a Díaz con Juárez, con Hidalgo.

Es curioso que el descrédito contra Madero sigue las mismas pautas que las campañas de descrédito hoy día. De Madero decían que era violento, que desató a un pueblo atrasado que no sabía controlar sus impulsos agresivos, que no estaba apto para el cargo, que era poco hombre, que estaba loco, un tipo ávido de sangre, que todos los jefes revolucionarios eran hasta caníbales; es decir, que eran un peligro para México. ¿Suena familiar?

Sin embargo, sigue el autor, “Madero tenía grandes fortalezas: era el dirigente triunfante de una revolución exitosa, con un ejército popular tras de sí y que su popularidad era apabullante.

“Al revisar la historia te das cuenta de que las élites porfirianas hicieron todo lo posible, primero, por desarmar al pueblo revolucionario, por quitarle su base militar, y luego emprenden la campaña de prensa para quitarle popularidad; es una estrategia muy bien establecida.

Uno de los temas de fondo que desarrollo en el libro es que Madero entra en un periodo de dualidad de poderes y no se da cuenta. Otro problema grave fue que era un hombre políticamente muy atrasado, no es que fuera mal líder o mal dirigente, sino que no tenía gran cultura política. Tenía cultura en otras cosas, era un tipo muy arrojado, valiente, decidido, de buen corazón, pero no entendió en lo que se metió, ni siquiera con relación a la prensa.

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