Juárez: Ejemplo de una Metrópoli Llena de Memoriales y Sinónimo de Indolencia

Frontera Norte Ciudad Juárez

*Ya Viene Otro más, Según AMLO en Bavispe

*Son Elefantes Blancos Carentes de Todo Sentido

*Salir del Atolladero con una Batea de Baba

*Caso LeBaron: Ningún Procesado por Homicidio Doloso

*Únicamente por Delincuencia Organizada, Aseguran

Por Rafael Navarro Barrón

El presidente Andrés Manuel López Obrador cayó en la tentación de los gobernantes que fallan al pueblo con promesas intrascendentes. Ofreció a la comunidad mormona LeBarón un memorial para honrar la vida y no olvidar la muerte de las familias que fueron asesinadas por un grupo armado del cartel de La Línea.

La decisión causó asombro, pues fue una forma política para que el gobernante saliera del atolladero en el que se metió al no tener una respuesta que otorgar a la comunidad mormona, agraviada por el crimen de nueve de sus miembros.

Hasta la primera quincena de enero, se habían detenido a 5 miembros de La Línea, aparentemente involucrados con el crimen de las familias mormonas, ninguno de ellos ha sido procesado por homicidio doloso, solo por delincuencia organizada.

Lo que sorprendió fue el anuncio que López Obrador hizo a los lebarones: justicia, desarrollo para La Mora y un memorial para honrar la vida y la muerte de los caídos en la masacre registrada el 4 de noviembre del 2019.

El juego de los memoriales no es nuevo en México y ha sido utilizado en Ciudad Juárez para calmar el malestar popular por tantas muertes, por los atroces femicidios que se cuentan por cientos y dentro de muy poco por miles.

En el caso de los lebarones, nueve muertos con la crueldad del crimen organizado cayeron el 4 de noviembre en comunidad de La Mora; 6 heridos con secuelas graves que ahora, en lugar de justicia plena, tendrán un memorial.

En ciudad Juárez tenemos muestras claras de la indolencia oficial, las nefastas autoridades que antecedieron a Andrés Manuel López Obrador dejaron inscrita en la historia su torpeza en el trato a nuestros muertos.

Y qué decir de los negligentes gobernantes que tuvimos y tenemos, que convirtieron el municipio en una metrópoli llena de memoriales. Por eso extrañó la respuesta en Bavispe, Sonora.

Los memoriales son una oda a la impunidad, no a la justicia. Emisarios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos propusieron el simbólico memorial ubicado en el campo algodonero de Ciudad Juárez, ubicado a 100 metros del actual consulado americano. De alguna manera, esos organismos internacionales quieren hacer sentir vengadas a las familiares de las victimas proponiendo memoriales que enmarcan la negligente actuación de los gobernantes en turno.

Pero el fenómeno se repite el todo el mundo. En Jerusalén el Museo del Holocausto, para honrar a los 6 millones de judíos asesinados por el gobierno de Hitler en la Alemania monstruosa que intentó aniquilar al pueblo elegido por Dios; en Estados Unidos, mataron en Dallas al presidente Kenedy y, para calmar la sed de justicia, edificaron un memorial en el sitio donde cayó herido de muerte el presidente de los Estados Unidos.

En una tienda de la cadena Walmart mataron a 24 mexicanos que visitaban o vivían en la ciudad de El Paso, Texas y, en respuesta a la locura de un joven racista, concluyeron un memorial para honrar y recordar a las víctimas.

En Ciudad Juárez estamos llenos de memoriales, lugares físicos que se han convertido en una oda a la negligente actuación de las autoridades para prevenir e investigar los crímenes de lesa humanidad que se cometen a diario.

En la frontera se pueden visitar varios memoriales, auténticos elefantes blancos, carentes de todo sentido. En los días negros de Juárez, cuando López Obrador andaba encampañado y empecinado en ser lo que ahora es, se localizaron ocho cuerpos de mujeres en el llamado campo algodonero. La CIDH condenó a los gobernantes negligentes y se construyó el memorial que más lastima a los juarenses, por tratarse de mujeres, algunas menores de edad, pobres, que fueron secuestradas, violadas, mutiladas, torturadas y después asesinadas con la crueldad de un demente.

Y allí está, como un centro de turismo para los que visitan Ciudad Juárez. Ese monumento no genera justicia para nadie, es una oda a la impunidad. Siempre está solo como cargando con la cruz de Juárez.

Los narcos, muchos empresarios enfermos de la mente y sus juniors se dieron vuelo asesinando jovencitas y, en la actualidad, esos personajes siguen libres, impunes; algunos son invitados especiales a los eventos del presidente de la república porque pasan inadvertidos como gente de bien.

También tenemos el memorial de Villas de Salvárcar, otro caso de impunidad del narcotráfico. Las autoridades coludidas con los criminales permitían todo atropello y, en el 2010, los narcotraficantes del grupo de El Chapo, asesinaron a 16 jóvenes e hirieron a 12 que departían en una fiesta en esa colonia prioritaria.

El caso quedó en la impunidad porque inventaron historias, detuvieron a algunos de los sicarios, a otros los mataron y, al final, un memorial. Asunto concluido.

Y así hay memoriales oficiales y no oficiales; uno en el puente internacional de la avenida Juárez; en Lomas de Poleo; en el Valle de Juárez; hasta un sacerdote católico, Mario Manríquez creó su propio memorial para cobrar dinero por las víctimas de Juárez. Le llamó el muro de los lamentos.

En Chihuahua, gracias al negligente gobernador, César Duarte, asesinaron a la activista Marisela Escobedo y ya tiene su memorial justo en el exterior de palacio de gobierno. Ella también era juarense y exigía que se hiciera justicia por el asesinato de su hija. Y cosas de la vida, el criminal también mandó matar a la que pedía esclarecer la muerte de su joven descendiente.

Un memorial es una oda a la incapacidad oficial de nuestros gobernantes. Ese monumento queda por muchos años y todos van a saber que una autoridad negligente, incapaz, carente de sentido social nos gobernó algún día.

 

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