Por Jesús Michel Narváez
Rafael Navarro, colaborador de MISIÓN POLÍTICA con su columna semanal Frontera Norte, se tomó la molestia de leer mi entrega del lunes 30 de diciembre, en la que hice referencia a la exposición de un sacerdote sobre las palabras de Pablo, quien en uno de sus evangelios habla de la sumisión y obediencia de las mujeres hacia sus esposos.
Me dice:
“Estimado Jesús. Quizá no sepas que fui seminarista y actualmente soy capellán cristiano con varias especialidades. El contenido en contexto es correcto, el problema de los curas es su falta de enseñanza bíblica. La exégesis sirve para eso. Algún día te comento como el libro de Pablo del «sometimiento de la mujer» no está equivocado ni anacrónico, simplemente mal explicado por un sacerdote flojo y sin estudios doctrinales. El seminario forma muy pocos pensadores y muchos borregos canónicos y encíclicos (por eso son tan cuadrados), por eso Francisco (el Papa) brilla tanto”.
Hasta aquí el comentario. No me desmiente. Tampoco me indica que interprete mal las palabras del sacerdote. Lo que pone de relieve es la flojera de este cura, cuyos desconocimientos sobre los evangelios o la forma de no saber explicarlos quedaron expuestos aquel domingo 29 de diciembre.
Pretendo entender los mensajes eclesiásticos y cada día me es más difícil.
Junto con la flojera del cura de la parroquia de La Santa Concepción, un templo del Siglo XVI ubicado en el pueblo de Tlacopac, en San Ángel, lo expresado por la Arquidiócesis Primada de México en su órgano oficial, Desde la Fe, como le comenté ayer en este mismo espacio y que se difunde en www.misionpolitica.com en la sección De Fondo, me hace reflexionar que hay una descoordinación respecto de lo que plantea Francisco, el Papa, cuya postura de “ser humano y no divinidad terrenal” lo llevó a dar un severo manotazo a una feligresa que lo atrapó mientras recorría la Plaza de San Pedro en la conocida audiencia pública. Porque pedir el Diezmo argumentando que no “todo cae del cielo” conlleva la negación de la existencia de Dios que todo lo mpuede.
La campaña iniciada por la Arquidiócesis Primada para que los católicos aporten el Diezmo, no tiene antecedes históricos. Si bien en los siglos precedentes y la llegada de los representantes de Roma acompañando conquista se impuso el Diezmo desde España, con el paso de los años y muchos, la “tradición” se encuentra en vías de desaparición.
Algo no está funcionando bien en cuanto a la comunicación desde Roma hacia sus esferas católicas. México es una de ellas y de suma importancia. ¿Habría forma de no confundir a los feligreses?, me pregunta un connotado doctor en ciencia política. Mi respuesta es simple: no lo sé.
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