Por Jesús Michel Narváez
Extraño ejercicio del Presupuesto Participativo. En diciembre en casi todas las Alcaldías iniciaron trabajos para colocar nuevas banquetas, lo cual se aplaude por parte de todos los que preferimos caminar a tomar el auto para transportarnos por unas cuadras.
Lo que resulta altamente criticable es que las obras se dejen a medio terminar.
Gran parte de la Ciudad de México estará por estrenar banquetas probablemente el próximo año.
Por lo pronto, los trabajadores de cuando menos tres alcaldías por las que he pasado en las últimas tres semanas: Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Álvaro Obregón, suspendieron sus labores y dejaron abandonado el cascajo, los escombros que surgieron de levantar las antiguas banquetas y que, dicho sea de paso, eran intransitables a pie.
La Navidad que nos regalaron en donde Layda Sansores cobra como alcaldesa, o sea en Álvaro Obregón fue que no podemos circular en más de un carril en el pueblo de Tlacopac porque las cuadrillas de trabajadores se tomaron sus vacaciones sin recoger el cascajo.
Aún más: dejaron cerros de tierra, de pedazos de concreto cerrando calles y obstruyendo las zonas para poder caminar sin ser arrollado por algún festivo conductor.
Habría que añadir que en las citadas alcaldías –supongo que en las otras también- fueron colocadas unas lonas en las que se informa que las obras se realizan con el Presupuesto Participativo. Y su bien las banquetas quedaron a medio terminar y hay que confiar en que el trabajo finalice, no se entiende porqué las calles empedradas siguen mostrando los cráteres lunares que presentan calles como Madero, Corregidora, Cerrada de Juárez etcétera.
Llama la atención que ese dinero fue aprobado desde diciembre del año pasado y durante 12 meses no se utilizó para los fines que los ciudadanos decidieron. Pasó un año antes de que se aplicara y eso genera Sospechosimo. ¿Dónde estuvo ese dinero?… ¿quién se benefició depositándolo en algún banco o en otro tipo de inversiones?
Son preguntas que uno esperaría respondiera Santa Claus, aunque el viejo gordo vestido de rojo, larga barba blanca, botas negras de bombero antiguo, antiparras trasparentes y modernas y un gorro que no me lo pondría ni para dormir estuviera sumamente ocupado y viajando en su Trineo con Rodolfo el Reno al frente.
¿Sería posible que la terrenal alcaldesa nos respondiera?
Y por cierto: ¿cómo pasó la Navidad? Felicidades.
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