Por Nidia Marín
México a punto de perder soberanía con Estados Unidos en materia laboral y ambiental, porque un equipo de funcionarios no leyó las letras chiquitas del TEC-MEC, ni se dio cuenta a tiempo de la chicanada, de que les estaban viendo la cara colectivamente.
Pero lo importante para ese grupo cupular, fue el triunfalismo, el bombo y el platillo. ¡Qué vergüenza!
El Donald, su yerno Jared Kuchner y el legislador republicano Steny Hoyer deben tener dolor de estómago luego de tantas carcajadas, por el soberano ridículo hecho por el Presidente de México, el Canciller Marcelo Ebrard, el subsecretario Jesús Seade y los senadores (como el propio Ricardo Monreal), que tuvieron en sus manos el texto del Tratado que se firmaría, y… ¡no lo leyeron!, porque ya les habían ordenado desde Palacio Nacional aprobarlo y punto.
Hombres y mujeres desde pequeños reciben la enseñanza de no firmar nada que no se haya leído y sobre todo comprendido. En este caso no fue así. Se fueron de bruces.
Hoy por lo bisoño de ese trabajo este equipo merece aquello de:
“Inocente palomita que te dejaste engañar…”
Pero el costo para México puede resultar muy caro. Ciertamente, no sería la primera vez. Los momentos críticos en la relación con el vecino país han sido decenas, por ejemplo: en 1846, el Congreso estadounidense le declaró la guerra a México, como resultado de las políticas expansionistas de aquella nación y que tenían como finalidad la anexión de una importante porción del territorio nacional.
Este conflicto bélico duró de 1846 a 1848 y llegó a su conclusión con la firma de la paz a través del Tratado Guadalupe Hidalgo, mediante el cual México aceptaba la entrega de los actuales estados de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah, Colorado y parte de Wyoming.
Después vendrían otros atentados contra nuestra soberanía como los acuerdos de Bucareli, en 1923; la expropiación de la industria petrolera, en 1938; la crisis de la deuda, en 1982, y el rescate financiero de 1995.
Y como dice Octavio Herrera: “Durante todos ellos, el entendimiento mexicano tradicional de la soberanía estuvo en la balanza”.
Hoy también. A través de los supervisores que enviará el gobierno de Estados Unidos a México se buscará doblegar a todo el país en el aspecto laboral.
Preocupante, porque otros tantos enviados se encargarán de vigilar las leyes y reglamentos en materia ambiental en la Ciudad de México.
Grave, porque con tal de estar de rodillas ante el gobierno del norte, las actuales autoridades de por acá están malbaratando nuestra República.
¿El señor Seade la regó? ¿Marcelo y López Obrador la regaron? Ellos lo sabían desde el martes 10 de diciembre (¿o no?), ya que la propia Nancy Pelosi dijo que el acuerdo quedó “mucho mejor” que el original y a su vez, el dirigente de la central sindical AFL-CIO, Richard Trunka, al dar la bienvenida al tratado, mencionó que por vez primera existirán las normas laborales y se vigilará su cumplimiento.
¿Entonces? ¿No hubo ninguna sorpresa? ¿Lo firmaron con todo conocimiento, aunque ahora digan lo contrario?
Hoy está en duda, otra vez, la soberanía del país, porque de nuevo se llevarían el oro y nos darían espejitos.
Hoy está en duda que haya habido un madruguete de parte del gobierno de Donald Trump.
Hoy está en duda que los planteamientos del gobierno sean reales.
También se duda que se pueda rectificar.
¿Qué viene?
Nadie lo sabe y como es una metida de pata tras otra… todo puede suceder.
¡Por Dios que cierre de año tan nefasto!